Por Estuardo Núñez
Entre todos los poetas de su generación, Alberto Hidalgo es quien asume la tarea de ofrecer, dentro de su fiero individualismo, y en sus mismos comienzos, una nota de buscada y lograda originalidad. Esta nota se traduce en una reacción mantenida latente a través de toda su obra contra las formas de la poesía usual. Su línea de combatiente literario empieza en las ya lejanas páginas de la revista Anunciación (1915), editada en Arequipa. Se manifiesta igualmente en tres libros polémicos en los años siguientes: Hombres y bestias (Arequipa, 1918), Jardín Zoológico (Arequipa, 1919) y Muertos, heridos y contusos (Buenos Aires, 1920).