Por
Amadeo Gómez Marmanilla
En
Huamachuco, como en todos los encuentros de la Guerra del Pacífico (1879-1883) los
chilenos tenían el mandato de exterminar a los prisioneros y heridos. Ningún
peruano debía quedar vivo en el campo de batalla. Inmolar, matar, aniquilar,
ejecutar, era la orden que los invasores cumplieron in situ. Ni soldados ni
oficiales se salvaron.
Respecto
al coronel Leoncio Prado Gutiérrez, el militar más completo de la Guerra del
Pacífico, el teniente Abelardo Manuel Gamarra Rondó, combatiente en la batalla
de Huamachuco, asegura que el héroe peruano fue ejecutado a balazos cuando los
chilenos lo encontraron herido y recostado sobre un pellejo de carnero (“La
Batalla de Huamachuco y sus Desastres”, Lima, 1886).