miércoles, 2 de julio de 2014

“Más alla de la muerte”: Reseña de VOCES, por Davina Pazos (Madrid, 2014)

Carlos García (Hamburg)


En presentación por demás sobria (tapa negra, letras blancas), llega a mis manos el volumen 418 de la colección Baños del Carmen, de Ediciones Vitruvio, serie en la que ya figuran poemarios de Neruda, Whitman, García Lorca, Rilke, Cernuda, Miguel Hernández y otros autores de merecido renombre.

Es un volumen delgado, de unas 60 páginas, pero denso como pocos que conozca. El poemario de Davina Pazos (su tercero, hasta donde alcanzo a ver), es una cosa seria, medulada. Davina Pazos es obviamente poeta, con todas las letras y en mayúscula. Veamos por qué.

La autora adopta en su enorme librito una perspectiva inusual: la voz poética pertenece consistentemente a un hombre. Para colmo, a un hombre ya muerto. Muerto y enamorado.

Sólo por este arrojo, por esta valiente decisión debería premiarse a Pazos. Pero hay más. Esa voz del muerto habla a la mujer que quiso en vida y aún quiere desde la muerte. ¡Y cómo! 

No va en desmedro de la autora decir que se percibe en su libro un eco del Pedro Salinas de La voz a tí debida. También hay en Voces algo del Miguel Hernández de la “Elegía” y hasta del Quevedo de “Amor constante más allá de la muerte” – magnos nombres al tratar de Eros y de Tánatos.

La obra consta de XXVIII piezas en verso libre. Juntas, conforman lo que yo llamaría una novela onírica, inventando si fuese necesario ese género. No son poemas esas piezas, a mi entender, sino conforman juntas un largo poema polifacético, que se acerca a su tema desde diversas perspectivas.

No hay ni una sola página en el libro en la cual no puedan subrayarse bellezas, logros breves, pero inmensos, de sabiduría erótica o de conocimiento de la vida.

Es grande la tentación de citar varios pasajes, pero sería una injusticia estética reproducirlos fuera de contexto: se comprenden y gozan mejor en su sitio en el libro, cuyo único defecto es la brevedad.

Para muestra, sólo reproduzco completa la primera escanción:
                                                I
                               Abandono la muerte
                               para verte dormida,
                               amanecer contigo,
                               y tocarte las puntas de los dedos
                               cuando a tientas me buscas
                               en mi lugar de siempre,
                               en tu costado,
                               el punto donde existo
                               con este traje nuevo,
                                y este nuevo sentido que adivina
                                cuando estás más sin ti
                                que ayer,
                                que nunca.

                                 Estabas como nunca,
                                 me acuerdo de ese día,
                                 el llanto te quedaba
                                 igual que unos brillantes
                                 erguidos en el rostro.
                                 Me enterrabas llorando,
                                 te miraba y decía
                                 es mi mujer,
                                 la que ha venido iluminada
                                 de tristeza,
                                 la que dice mi nombre y no consigue
                                 abrir los labios.
                                 La que duerme el horror de sepultarme.
A partir de allí, la intensidad va in crescendo. Una vez aceptada esa magia inicial, el resto parece lo más natural del mundo, gracias al buen hacer de la autora.

No puede dejar de admirarse cuan bien le resultan a Pazos los apasionamientos desde el punto de vista del hombre. Sus declaraciones de amor y deseo no son “femeninas” (sea ello lo que fuere), sino pertenecen muy plausiblemente a un hombre, como podría mostrarse analizando las imágenes, las metáforas, las alusiones.

Todo el libro está hecho con gran consistencia y premeditación: obra creada en todo detalle, no surgida al azar o por inercia de la costumbre idiomática o de los clichés psicológicos o sociales. Un libro intencionalmente poco a la moda, porque no quiere ser actual, sino apenas ser, intemporalmente ser. Y lo logra con elegancia.

En suma: Voces nos deja con ganas de leer más cosas de la misma poeta.

(Hamburg, 26-VI-2014)