viernes, 13 de agosto de 2010

Alberto Hidalgo, el genio del desprecio. Materiales para su estudio


La presente edición consta indudablemente como el más completo acopio de acercamientos e interpretaciones en torno al escritor Alberto Hidalgo. Aún en vida de este creador se le tributaron ciertos textos, todos de invariable autoría extranjera, cuyas retóricas disposiciones han detentado una acusada y poco útil impronta laudatoria. Nuestro medio no ha registrado sino artículos, notas y reseñas (algunos de ellos suscritos por estudiosos de renombre), constatándose por tanto que no se cuenta con un trabajo de envergadura al que lo guíe el rigor de consistentes criterios, ni se ha propiciado un vademécum que logre tematizar con amplitud la obra y el contexto de Hidalgo (aunque en época reciente se han producido antologías, reediciones y tratados que dedican debidas páginas al iniciador de nuestra vanguardia literaria). Mas sólo con el presente volumen se cubre la ausencia de una obra de tenor exegético consagrada por entero al notable poeta y libelista de asonadas temibles.

Sobre la finalidad de esta empresa reivindicativa, el editor Álvaro Sarco refiere lo siguiente: “un conocimiento más amplio y esclarecedor acerca del escritor Alberto Hidalgo y su obra, a la luz de perspectivas de naturaleza diversa –por primera vez compiladas–, tal es la pretensión de aporte del presente compendio. La elaboración del mismo ha respondido, dada la multiplicidad de enfoques, a un objetivo bivalente: el rescate de significativos y reveladores textos de y sobre Hidalgo (a fin de salvaguardarlos de la implacable dispersión impuesta por distancias de espacio y tiempo), así como el ofrecimiento de remozadas lecturas relativas a la mayor parte de discursos que visitó la copiosa creatividad del arequipeño”.

Se divide el libro en ocho apartados. Abre certeramente el volumen una demostrativa selección de la producción hidalguiana. A ello le sigue una primera parte de estudios, artículos y notas, entre los que destacan “Alberto Hidalgo y el Futurismo” de Estuardo Núñez, el estudio “Alberto Hidalgo o el libelo en el Perú” de Álvaro Sarco, el agudo análisis comparativo de May Lorenzo Alcalá “El Futurismo rioplatense de Hidalgo”, “Notas sobre España no existe (1921). (Con un excurso sobre Hidalgo, Alberto Guillén y el plagio)” del argentino Carlos García, y el artículo “Alberto Hidalgo en la vanguardia argentina” de Álvaro Sarco, que incluye además el anexo “Revistas y grupos literarios argentinos”, realizado por Lucas Oyague en 1926. 

El apartado tercero se ocupa del “Índice de la nueva poesía americana” (1926), considerada por unanimidad como la antología de las vanguardias latinoamericanas. El mencionado “Índice” –que registra como editores a Alberto Hidalgo, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro– es todavía objeto de un largo debate acerca de la precisa participación de sus editores en la selección de los antologados. Sobre este punto, el artículo “El Índice de Hidalgo” de Carlos García, gracias a un logrado manejo de hipótesis y cotejo de exhaustivas referencias, es concluyente: “el Índice fue obra exclusiva de Hidalgo”, lo cual convertiría al creador peruano en “un precursor ineludible en la lucha por el canon”. Se consigna en esta sección otro aporte, “La heteróclita vanguardia mexicana” del mexicano Evodio Escalante, quien suscribe esta tesis: “en el ‘Índice de la nueva poesía americana’ de Alberto Hidalgo están todos los poetas mexicanos que tenían que estar. Su selección es ecuánime y a la vez abarcadora. La ‘instantánea’ de la poesía mexicana de vanguardia que nos ofrece es exacta y hace justicia a la diversidad de voces que conformaban el panorama poético de ese agitado momento de floración lírica”. Cabe resaltar, finalmente, el texto de Sergio Baur “Marginales y excluidos”, que escudriña con atildado sentido crítico las omisiones y prevalencias en las antologías de la vanguardia latinoamericana. 

La segunda parte de los estudios, artículos y notas comporta la elucidación y los alcances creativos de “La cuentística de Alberto Hidalgo” (Renzo Valencia Castillo), así como el profuso rastreo de datos en “Alberto Hidalgo en la revista Amauta. Correspondencia con J. C. Mariátegui” de Álvaro Sarco. Asimismo, se dan a conocer dos significativas muestras de la faceta periodística de Hidalgo en Argentina, los documentados hallazgos (a la par que desconcertantes, por lo que revelan) del argentino Martín Greco en “El crisol del fascismo. Alberto Hidalgo en la década del 30”, e “Hidalgo en El Mundo (1940-1949)” de Carlos García y Martín Greco. Asimismo, no deja de ser información valiosa vinculada al efecto estético de la prosa hidalguiana la que se halla en “Alberto Hidalgo y el oficio de la presentación” de Ariel G. Fleischer. Sostenidas indagaciones en pacientes recintos de hemerotecas han posibilitado la reconstrucción de un peculiar y casi legendario suceso acaecido en los claustros de San Marcos, el cual ilustra bien los ribetes de una idiosincracia eminentemente controversial, esto en “Alberto Hidalgo: un incidente de 1960 y sus secuelas”, de Álvaro Sarco. De modo atinado, éste último ha pesquisado pertinentes artículos (que delimitan mejor ese contexto), suscritos por Hugo Neira y Arturo Corcuera, quienes toman posición respecto de Hidalgo, el mismo que –como no era raro de esperar– solía suscitar encontradas opiniones.

En la sección “Entrevistas” se brindan cuatro reportajes, “concedidos” por Alberto Hidalgo a la prensa local entre 1959 y 1967. Algunos son propiamente reportajes, y otros, artículos armados a partir de remembranzas y declaraciones de Hidalgo. De modo parcial se cumple aquí con la tarea de redimir del olvido algo del prolijo arsenal de opiniones y asertos hidalguianos, diseminados en un amplio y variopinto espectro de publicaciones. Observamos allí el encaramiento temerario y sin cortapisas; la respuesta rápida, contenciosa, corrosiva cuando no tajante; y un no pocas veces arbitrario sesgo de apreciaciones y réplicas; pero, sobre todo, la autenticidad del posicionamiento vital del artista, lo cual otorga a dicho material una valía que justifica el esfuerzo de búsqueda y registro. Así, en una de las entrevistas concedidas a Mario Castro Arenas, Hidalgo saca a relucir el consabido y astringente filón de su personalidad, ello al afirmar que “debe haber una gran congoja, un gran drama en Martín Adán. Rimbaud quemó sus obras, pero Martín Adán las ha macerado en alcohol”. Si bien el autor de Hombres y bestias logró maximizar sus destrezas en el oficio de arremeter letalmente, el mismo no ocultó su entusiasmo por la labor de creadores jóvenes, saludando con aprecio la poesía de Arturo Corcuera, César Calvo, Juan Cristóbal, Hildebrando Pérez, de Javier Heraud. Advierte, no obstante, que “los actuales mozos están infiltrados de Hidalgo y de Vallejo”. 

El genio del desprecio concluye con los apartados “Polémica y una carta” (que rememora los entredichos y desavenencias entre José Miguel Oviedo e Hidalgo, además de un punto de vista al respecto de Luis Jaime Cisneros); “Perspectiva de Hidalgo” (antología de balances sobre Hidalgo a través de artículos y notas de Estuardo Núñez, Winston Orrillo, Ricardo González Vigil, Jorge Cornejo Polar, Luis Alberto Sánchez, a los que se adjuntan noticiosos apuntes del editor); y una pormenorizada y vasta “Bibliografía Comentada” –consignada por Carlos García desde la lejana Hamburgo–, la que se erige en guía imprescindible para los interesados en el estudio del peruano que alguna vez fuera postulado, desde ámbitos foráneos, al Nóbel de Literatura. Según confesión de parte, tanto a este último trabajo como a los signados anteriormente, les orienta el sentido de la vindicación y un solo empeño: que se dé comienzo a la justa revalorización del legado hidalguiano.

(Alberto Hidalgo, el genio del desprecio. Materiales para su estudio. Edición y compilación general: Álvaro Sarco. Lima – 2006, talleres tipográficos, 655 pp.)


Renzo Valencia Castillo