Por
Ricardo Vásquez Kunze
El
Comercio nunca deja de sorprender. En su editorial de hoy afirma que "en
Fuerza Popular, a quien propone ideas razonables le reclaman madurar".
Esto en alusión a las reiteradas veces que el congresista Kenji Fujimori se ha
opuesto públicamente a diferentes posiciones de su bancada, que el diario
enumera y a las que obviamente también se opone.
Independientemente
de lo que a El Comercio le pueda parecer maduro o inmaduro, razonable o
irracional, la crítica de los colegas del congresista Fujimori apunta al hecho
de que este no asume ninguna responsabilidad dentro de la agrupación política
por la que fue elegido ni tampoco por la función parlamentaria que ejerce
esporádicamente, como es bien sabido por aquellos que nunca lo ven en el
Congreso.
El
hecho es que Kenji Fujimori no discrepa internamente, dando la batalla política
en contra de lo que no cree en el seno de su partido, sino que lo hace desde
fuera, como un ciudadano particular, disparando contra los acuerdos tomados por
el colegiado de su bancada. ¿Cuál es, entonces, el sentido de pertenecer a un
partido? ¿Acaso un simple vehículo para salir electo cada cinco años y después
bien gracias? ¿Es eso razonable? ¿O acaso piensa que por no participar de los
acuerdos internos de su bancada, no está sometido a la disciplina de votar con
ella? ¿Es eso maduro?
El
mismo patrón es utilizado por el señor Fujimori con respecto al Congreso como
institución. Los congresistas tienen grandes privilegios de los que Kenji
Fujimori disfruta. Sin embargo, denuesta del Parlamento como si él no fuera
congresista y como si con él no fuera la cosa. Es decir, recibe todos los
beneficios inherentes a su cargo pero se niega a asumir las responsabilidades
del mismo, como son involucrarse en la toma de decisiones, participar de las
comisiones, debatir, presentar leyes, entre otras. Fujimori Higuchi asume así
los activos del privilegio de ser congresista pero se desentiende olímpicamente
de los pasivos que suelen generar las decisiones del primer poder del Estado.
Así cualquiera.
Y
como al Decano esto le parece razonable y maduro, ¿no sería mejor que la
próxima vez Kenji se postule para director de El Comercio?