lunes, 30 de agosto de 2010

Una relación impensada: "Xenius" y Guillermo de Torre (1921-1923)

[El presente trabajo es una versión ligeramente modificada del que apareció en catalán: “Una relació impensada: Xènius i Guillermo de Torre (1921-1954)”: Revista de Catalunya 237, Nova etapa, Barcelona, març de 2008, 72-82.]

Carlos García (Hamburg) / Pilar García-Sedas (Barcelona)


A pesar del ecuménico interés de Guillermo de Torre, profeta y abanderado de la vanguardia española, poco hablaba, a decir verdad, en favor de que hubiera una relación estrecha o siquiera significante entre él y Eugenio d’Ors. Muchas eran las diferencias de temperamento, de opinión y de intereses. Sin embargo, como aspiramos a mostrar, el contacto entre ambos tuvo alcances hasta hoy insospechados.

En el marco de nuestra investigación con miras a un libro que se ocupará de tratar las relaciones entre autores castellanos y catalanes durante la época de la vanguardia histórica, hemos accedido en diversos archivos a interesantes y reveladores testimonios.

De entre ellos, hemos seleccionado algunos textos tempranos de Xenius sobre el ultraísmo, reseñas de Guillermo de Torre sobre libros de d’Ors y, en especial, dos misivas de ambos, que reproducimos más abajo, tras ubicarlas en su contexto.

Xenius
Si bien los jóvenes autores de finales de la segunda década del siglo XX propugnaban una nueva literatura, no dejaban de mirar hacia atrás, para ver lo que habían hecho y en parte hacían aún los representantes de la generación anterior. Se conoce ya (entre otras cosas, porque Torre mismo lo relató en su compendio Literaturas europeas de vanguardia, 1925), el influjo que tuvieron, por ejemplo, Ramón Gómez de la Serna, Rafael Cansinos Assens, Juan Ramón Jiménez y algún otro en el ultraísmo español. Pero también la obra de autores menos conspicuos fue seguida con interés. Ya a fines de 1920 pregunta Jorge Luis Borges, a la sazón uno de los líderes ultraístas en Palma de Mallorca, a su amigo Jacobo Sureda (Cartas del fervor, 1999, 179; carta de ca. 13-XI-1920):
Me dices que Xenius se mete con los griegos. ¿Alude directamente a nuestra augusta Grecia? En ese caso me parece estupenda la noticia. Escríbeme y prodiga los detalles.
La ansiedad se explica: uno de los fines de los autores jóvenes es crispar los ánimos, épater les bourgeois. El mismo Sureda mantuvo una breve y cortés correspondencia con Xenius (C. García 2001), aunque las doctrinas estéticas de ambos no se compadecían. D’Ors, por su parte, escribió varias glosas referidas a Mallorca, incluídas luego en Hambre y sed de verdad (1922).

Sería recién en 1921, cuando el ultraísmo produjo su mejor órgano hemerográfico, la revista madrileña Ultra, que d’Ors comentaría por primera vez amplia y positivamente el producto del juvenil movimiento en una serie de cinco glosas publicadas en el madrileño periódico La Libertad del 14-V-1921.

En la primera de la serie, “Ultra tiene razón”, resalta el acierto de las portadas de la revista, que hasta mitad de año estuvieron a cargo de la argentina Norah Borges (a partir de 1928 esposa de Torre), del uruguayo Rafael Barradas y del polaco Wladislaw Jahl:
Feos, muy feos, los quioscos de Madrid. Dispersos, sin estilo, sucios, lacerados, apenas distintos del golfillo vendedor, a quien sustituyen.
Además, una aglomeración de gacetas españolas es algo que desconoce lamentablemente las leyes del placer de los ojos. Ni atracción sugestiva ni armonioso consuelo. Nada en las cubiertas, de rasgos bravíos, gritando una luminosa estridencia; tampoco, de recogido buen gusto.
[...]
SORPRESA.- Atención. He aquí que, un buen día empezaron a poblar quioscos y puestos de Madrid unas anchas hojas blancas, con el descarado y vivacísimo agrupamiento de cinco letras en crudo color y de un garabato atrevido... Esto eran portadas; tras de cada portada había un periódico; tras de cada periódico, ciertos ideales estéticos; tras de estos ideales un grupo juvenil literario.
Pero nosotros, de momento no teníamos siquiera necesidad de averiguar tantos detalles del asunto. Nos bastaba con ver los horizontes urbanos madrileños alegrados —¡por fin!— con unos cuantos manchones gratos en cuya repetición hallaba el mirar incentivo y a la vez un reposo de armonía muda. Inmediatamente dimos la razón a la nueva revista. Sí: Ultra tenía razón. Ópticamente, por lo menos, tenía razón.
Los ojos —hablemos siempre a la manera de Pascal— tienen sus razones en qué la Razón no ve gota. Ultra las conocía. No es poco.
En la última glosa, titulada “El futuro del Ultra”, Xenius volverá sobre el tema. Todas esas glosas fueron recogidas en El Nuevo Glosario, V: Poussin y el Greco. Madrid: Caro Raggio, 1922; reed. Nuevo Glosario I. Madrid: Aguilar, 1947-1949, 378-383.

Imaginamos a Guillermo de Torre remitiendo al nuevo simpatizante del movimiento sus producciones: poemas, textos teóricos, traducciones de poetas franceses, tal como hiciera con algún otro de sus corresponsales.

También debe de haberle remitido, quizás con intención de congraciarse definitivamente con él, su reseña del nuevo libro de d’Ors: El valle de Josafat (Madrid, 1921), aparecida en Tableros, la segunda revista que, tras Grecia, dirigiera Isaac del Vando-Villar.

En Tableros, Torre tenía a su cargo, como en muchos otros órganos, la reseña de libros y revistas nuevos. Este breve comentario apareció en Tableros 1, Madrid, 15-XI-1921, 15-16:
En la hora definitiva del meridio vertical, a la entrada de Xenius viajero, del pensador novecentista en el apocalíptico Valle de Josafat, todas las sombras eximias del panteón de grandes hombres universales sin inclinan, bajo la brisa estelar, como “juncos pensadores”, solicitando la gracia y la justicia de un juicio. Y Xenius, condescendiente, atraído por las fisonomías simpáticas más que por las sombras adustas, enfoca con sus agudas miradas el frondoso panorama de siglos, hombres e ideas. ¿Es una valoración literaria revisora, o es un doctoral escolio filosófico el perforante glosario de Xenius, hombre que desfila sin intimidarse ante un ejército de figuras inmóviles y de ideas palpitantes. La elucidación dependerá de la categoría en que el lector conceptúe se halla inscrito el intelecto del Dictaminador: si considera a Xenius como un un filósofo que literaturiza sus precisiones empíricas, o como un literato que ribetea de matices filosóficos sus simpatías mentales. Yo rehúyo esta determinación reversable y me limito a deleitarme con los juicios sagaces, los ditirambos jubilosos y las aterciopeladas invectivas que Eugenio d’Ors prodiga en El Valle de Josafat. Ante su potencia visual y exegética, numerosas figuras egregias le ofrecen, desde ultratumba, su efigie inexorada y su faceta más nueva. Otras, se limitan a escorzar un busto impreciso, y algunas, más recientes, presagiando la diatriba, rehuyen sus rostros, como ante un fotógrafo malévolo...
Podemos conjeturar que hubo otros asedios del movedizo joven. La primera muestra concreta que encontramos es la siguiente misiva de d’Ors, respuesta a un envío de poemas que le hiciera Torre. Si bien no se menciona en la esquela ningún título, imaginamos que se trataba de alguna de las últimas producciones del vate. Hasta donde alcanzamos a ver, los últimos que Torre publicara por estas fechas fueron “Poemas fotogénicos. 1: Color. 2: Fotogenia. 3: En el cinema”: Cosmópolis 42, Madrid, junio de 1922, 94-97; recogidos luego, con variantes, en su poemario Hélices (1923; en el libro figurará también un poema dedicado a d’Ors: “Playa”, en página 118. Torre debe haber enviado a d’Ors un ejemplar, como a todos aquellos a quienes dedicó en él un poema).

La misiva de Xenius ostenta un membrete de la “Asociación de la Prensa diaria de Barcelona”. D’Ors era Presidente de la entidad desde el 13 de febrero de 1920. Por estas fechas, su alejamiento de Cataluña y de sus instituciones culturales era ya una realidad aunque se radicará en Madrid recién al año siguiente. Según afirma Enric Jardí (1990):
trobà una migrada compensació amb la Presidencia de l’Associació de la Premsa diària, institució en la qual eren molt influents els lerrouxistes, hostils a la Mancomunitat, però, malgrat que el càrrec li donava un cert prestigi, podia assistir als actes públics i el seu nom aparè¬ixer amb relativa assiduïtat als periòdics.

[1]
[Carta de Eugenio d'Ors a GT, 1 página manuscrita, conservada en la Biblioteca Nacional, Madrid, signatura Mss 22828/29:]

[Membrete:]
EL PRESIDENTE                                                         Calle Canuda, 13, 1°
       DE LA                                                                      Teléfono A- 2962
ASOCIACIÓN
      DE LA
PRENSA DIARIA
         DE
BARCELONA
[¿Madrid?,] 12 de junio de 1922

Sr. D. Guillermo de Torre

Mi querido colega y amigo,
Recibo con mucho gusto sus envíos, el dirigido a la Gran Vía y este de hoy, con sus valiosos poemas, de estética tan turbadora y sugerente.
Devotamente suyo 
Eug. d.'Ors
=====
En el mismo mes, Torre publicó sin firma el siguiente texto: “E. d’Ors: Nuevo glosario III: Hambre y sed de verdad”: Cosmópolis 42, Madrid, junio de 1922 (sabemos, a pesar de que falta la firma, que él fue el autor porque hemos visto su ejemplar personal, en el cual Torre anotó “T.” al final del trabajo). Lo reproducimos completo a continuación:
Eugenio d’Ors prosigue su glosario en castellano amplificando su radio de alusiones, renovando su interés y proyectando hacia todos los sectores el reflector de su simpatía hermenéutica que ilumina los más hiperbóreos territorios mentales. Curiosidad, avidez dispersa. Memoranda de lecturas y visiones. Un nuevo nombre y distinta sugestión cada día. A veces bordea el plano estético, y sentimos nuestra confluencia con sus palabras: “Volvamos a Góngora”, se titula un capítulo que ratifica las aserciones vindicativas de [Francis de] Miomandre y Zdislas Milner, y sobre todo las dilecciones especiales de los nuevos líricos vanguardistas españoles. Así pues, este grito no implica un retorno, sino más bien un avance y una reanudación. Mientras los franceses prolongan el sentido último de un Mallarmé haciendo madurar sus extremas –y presuntas– intenciones, nosotros sólo tenemos que nombrar a Góngora, y tender un cable mental de enlace, a través del enorme vacío intermedio, con aquel auténtico creador e inductor...
La carta que sigue es la de contenido más sustancioso, ya que revela una alianza sorprendente. 

Es poco conocido que el libro que haría definitivamente famoso a Torre, Literaturas europeas de vanguardia, pasó por varios y complicados avatares antes de salir a luz en 1925.

Debía haber aparecido, originalmente, en 1923, bajo el título Las novísimas directrices literarias y estéticas (Críticas), según se desprende de un anuncio en Hélices, aparecido en enero de ese año, y de la auto-entrevista que Torre publicó en Revista de Casa de América-Galicia, La Coruña, abril de 1923. Poco más tarde en el mismo año, el libro había mutado ya su título, que pasó a ser Gestas y teorías de las novísimas literaturas europeas. Por esas fechas, su aparición se preveía en editorial Mundo Latino, la misma que había publicado Hélices, a expensas del autor.
[2]
[Carta de Guillermo de Torre a Eugenio d'Ors, 11-XII-23, 2 páginas mecanografiadas; Arxiu Nacional de Catalunya, Barcelona:]

Barquillo, 9
Madrid, 11 de diciembre de 1923
Sr. D. Eugenio d’Ors

Mi querido y admirado amigo:
No habiendo tenido ocasión de encontrarle estos últimos días para exoner verbalmente un ruego, y puesto que éste entraña alguna urgencia, me decido, con su venia, implícita, a anticipárselo en carta.
Recordará usted, probablemente, que yo tenía entregado un extenso libro crítico –Gestas y Teorías de las Novísimas Literaturas Europeas– a la Editorial “Mundo Latino” para su edición inmediata. Mas como a última hora, por las dificultades graves que atraviesa esa casa –como consecuencia de su rescisión de contratos con Rivadeneyra– me imponían condiciones algo onerosas para su publicación, que si bien me parecieron aceptables para mi anterior volumen de poemas –de público restringido y venta escasa– no me lo parecen para este subsiguiente –enfocado a una zona más extensa y con “defensa editorial” indudable– de ahí que haya retirado mi manuscrito y emprenda una peregrinación aún no acabada.
Ruiz Castillo, de no encontrarse también muy afectado por análoga ruptura con Rivadeneyra, se hubiese hecho cargo, según me dice, de su edición inmediata.
Descartadas pues esas dos Editoriales, únicas con las que me hallaba en relación, sólo me queda explorar lo desconocido algo afín o presuntamente propicio entre la fauna editorial. Aludo a Rafael Calleja y a Caro Raggio, muy desconocidos señores míos. Si usted tuviese la gentileza de informarles previamente acerca de mi fisonomía o del carácter del libro –para lo cual aparte de un extenso índice le leeré, si gusta, algún capítulo– o de facilitarme alguna carta de presentación para ellos, yo se lo agradecería muy sinceramente.
Perdone la libertad del ruego y esta lata exposición de antecedentes, pero como la extensión y carácter del libro no me permite editarlo particularmente, y por otra parte está su actualidad no puede estirarse mucho, exige su aparición pronta, de ahí que me decida a estas gestiones y molestias.
¿No irá usted, ninguna tarde próxima, por el tea-room de Claudio Coello?
¿A qué hora, sin ser inoportuno, podría encontrarle en su casa?
Perdón nuevamente, y toda la admiración y el afecto de 
Guillermo de Torre
=====
No es del todo correcto el aserto de Torre, según el cual sólo tenía contactos con la editorial “Mundo Latino” o con José Ruiz Castillo.

En 1923 estaba ya en tratativas con el venezolano Rufino Blanco Fombona, director de “Editorial América”, donde aparecería su traducción de Max Jacob (El cubilete de dados). Pero Fombona tenía interés, mayormente, en novelas: “Novelas, novelas es lo que pide la gente que lee y que paga lo que lee”, dirá en una carta a Torre.

En el intervalo, el título del libro de Torre se transformó en Las novísimas literaturas europeas (véase “Contestando a un llamamiento. Proyecciones sobre la nueva generación. I: Proyecciones liminares. Concepto de la juventud. El perfil de las generaciones”: El Heraldo de Madrid, Madrid, 17-XI-24), abreviado finalmente en Literaturas europeas de vanguardia. El libro apareció por fin en Caro Raggio, la misma editorial que Xenius utilizó para el Nuevo Glosario —conjunto de glosas castellanas correspondientes al primer trimestre del año precedente— y para otros libros, de modo que bien puede pensarse que fue gracias a su intercesión que el libro apareció allí.

La pretensión de Torre acerca de que Ruiz Castillo hubiera deseado poder publicar el libro, es avalada por una carta del editor, conservada en Madrid. Lleva fecha del “24 mayo [1925]”, y reza así:
Ahí van las gracias por su libro, y mi felicitación más cariñosa por haberlo publicado. Me he alegrado mucho de que haya sido editado, ya que yo no pude editarlo. Lo merecía esfuerzo tan considerable como el que usted ha hecho al escribirlo, y era hasta una exigencia de la bibliografía española.
Poco antes de la aparición del libro, en febrero de 1925, Torre participará en el homenaje ofrecido por d’Ors al pintor Joaquín Sunyer en festejo del éxito que éste había tenido con su exposición de 1924 en Madrid (los demás participantes: Manuel Abril, Enrique Diez-Canedo, Melchor Fernández Almagro, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Victorio Macho, Antonio Marichalar, Vázquez Díaz y otros, según José Francés: “Los artistas ibéricos”: El año artístico 1925-1926. Madrid, 1927, 220-221).

Como quizás era de esperar, d’Ors no gustó del libro (mejor dicho, de su tema y su actitud), y así lo dio a entender en un artículo titulado “Alejandrinismo” (ABC, Madrid, 12-VI-1925):
Los epígonos de la Escuela de Alejandría pusieron término a una edad, resumiendo en sus tratados la entera evolución de la filosofía griega, desde los pensadores jónicos hasta Aristóteles.
[...]
También presenta análogo carácter de alejandrinismo [como el libro Eloge de la Folie de Jean Cassou] otra publicación reciente, un libro del español Guillermo de Torre, sobre las “literaturas de vanguardia”, recién fallecidas... Pero aquí el testamento aparece un poco embrollado, tal vez porque se atravesaban muchos intereses, el del notario entre otros.
Torre acusó el ataque, y lo comentó a su vez críticamente en una conferencia leída en el Ateneo de Valladolid el 6 abril de 1926 (reseña sin firma: “Ayer en el Ateneo. Conferencia de Guillermo de Torre”El Norte de Castilla, Valladolid, 7-IV-1926):
“¿Será un libro el estertor final de una época?” Esta pregunta se la hace plantear a Guillermo de Torre una voz –la de Eugenio d’Ors–, sostenedora de que todo ello venía a ser el testamento de las literaturas de vanguardia recién fallecidas.
Dedica juicios críticos al autor del Glosario, hombre, –dice– “benemérito e inútil, que se arriesga por sus semejantes, y al mismo tiempo pretende extinguir la bella fogata que se alza sobre los techos en su ansia de incendiar el cielo, de purificar todo.” “Pompier, realmente.”
(Torre envió el texto también a Buenos Aires, donde apareció bajo este título: “Objeciones y precisiones [Fragmentos autónomos de una Conferencia dictada en el Ateneo de Valladolid el 6-IV-1926]”: Martín Fierro 34, Buenos Aires, 5-X-1926.)

La crítica de d’Ors debe haber herido a Torre, ya que volverá sobre el tema muchos años más tarde, en carta a Jorge Guillén del 17 de mayo de 1953, cuando ambos vivían en el exilio motivado por la Guerra Civil (Carlos García prepara la edición comentada de esa correspondencia):
Mi conferencia se llamaba, por antífrasis, “Refutaciones a mí mismo” y era una serie de escolios y de “crítica de críticos” a lo dicho sobre mis Literaturas europeas de vanguardia. Pasaje subrayado (parlamentariamente con murmullos y aprobaciones) fue uno de acometida a Eugenio d’Ors, quien me había tachado poco antes, en ABC, lo mismo que a Cassou (con motivo de Eloge de la folie) de “alejandrinismo”.
Pero esas escaramuzas nunca pasaban a mayores antes del fin del decenio, cuando se radicalizarían los bandos (Torre militaría en el republicanismo, si bien moderadamente). Por eso vemos a Torre al año siguiente entrevistando en simpatía a d’Ors: “Manías de los escritores: las de Eugenio d'Ors” (La Gaceta Literaria 10, Madrid, 15-V-1927, 1-2).

El último trabajo suyo que conocemos apareció casi dos decenios más tarde, con ocasión de la muerte de Xenius en 1954: “Requiem d'orsiano”, recogido en Las metamorfosis de Proteo. Buenos Aires: Losada, 1956 (hay edición española de 1967).

Torre califica allí a d’Ors de “reaccionario distinguido”, y deja constancia de que, a su manera de ver, d’Ors no se plegó a la España que surgió de la rebelión fascista de 1936, sino que las “nuevas normas” imperantes en España “se prevalieron de sus antiguas consignas”. 

Retoma también el mote de pompier, “bombero”, que le asignara decenios atrás, para aclarar: “no es, como se cree en la jerga artística de los talleres, el simple reaccionario, sino el gustador de cenizas, el que pretende pulverizar la llama, recreándose en sus pavesas. Y ceniza es el academicismo: el rescoldo de una llama que fue.”

El párrafo final del ensayo resume adecuadamente la ambivalente actitud de Torre:
Pero paz, lauros y ancha estela a su memoria. Echaremos de menos a Eugenio d’Ors. No todos los días se encuentra un antagonista de su talla. Como Julien Benda, poseía el arte de interesar siempre, sin convencer casi nunca. Más allá de las discrepancias, guardo para d’Ors sentimientos de gratitud algo especiales. En el frontón d’orsiano aprendí a rebotar, en días de mocedad, mis primeras pelotas polémicas, sean estos asteriscos, trenzados a su manera, el homenaje agridulce de mi sinceridad indeclinable.

Carlos García (Hamburg) / Pilar García-Sedas (Barcelona)
(octubre de 2007 / agosto de 2010)
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Bibliografía

- Borges, Jorge Luis (1999): Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda (1919-1928). Prólogo: Joaquín Marco. Notas: Carlos García. Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores / Emecé, 1999.
- D’Ors, Eugenio: “Nuestros colaboradores. Ultra tiene razón”: La Libertad, Madrid, 14-V-21; recogido bajo el título “Ultra tiene razón” en El Nuevo Glosario. V. Poussin y el Greco. Madrid: Caro Raggio, 1922; reed. Nuevo Glosario II. Madrid: Aguilar, 1947-1949, 378-380.
- D’Ors, Eugenio: “El futuro del Ultra”: El Nuevo Glosario, V. Poussin y el Greco. Madrid: Caro Raggio, 1922; reed. Nuevo Glosario II. Madrid: Aguilar, 1947-1949, 382-383.
- D’Ors, Eugenio: “Alejandrinismo” (ABC, Madrid, 12-VI-1925; recogido en Nuevo Glosario, 1 [1920-1926]. Madrid: Aguilar, 1947-1949, 1045.
- García, Carlos (2001): “Sureda y Xenius (1920-1926)”: Carlos Meneses, ed.: Jacobo Sureda, cien años. Palma de Mallorca: Calima / Ajuntament de Palma, 2001, 63-68.
- Jardí, Enric (1990): Eugeni d’Ors: Obra i vida. Barcelona: Edicions dels Quaderns Crema, 1990.
- Murgades, Josep: “Eugeni d’Ors”: Martí de Riquer / Antoni Comas / Joaquim Molas: Història de la literatura catalana, 9. Barcelona: Editorial Ariel, 1987, 73-98.
- Torre, Guillermo de (1921): “Eugenio d'Ors: El valle de Josafat. Atenea, Madrid, 1921”: Tableros 1, Madrid, 15-XI-1921.
- Torre, Guillermo de (sin firma) (1922/06): “E. d’Ors: Nuevo glosario III: Hambre y sed de verdad”: Cosmópolis 42, Madrid, junio de 1922, 174.
- Torre, Guillermo de (1923/01): “Playa (a Eugenio D’Ors)”: Hélices. Poemas 1918-1922. Madrid: Mundo Latino, 1923, 118.
- Torre, Guillermo de (1923/04): “Visita de Interviewer ignotus al autor de Hélices”: Revista de Casa América-Galicia 28, La Coruña, abril de 1923, 5-7.
- Torre, Guillermo de (1927): “Manías de los escritores: las de Eugenio d'Ors”: La Gaceta Literaria 10, Madrid, 15-V-27, 1-2. [Retrato de d’Ors por Vázquez Díaz.]
- Torre, Guillermo de (1967): “Requiem d'orsiano”: Las metamorfosis de Proteo. [Buenos Aires: Losada, 1956.] Madrid. Revista de Occidente, 1967, 115-119.