jueves, 9 de diciembre de 2010

La primera traducción francesa de "La vida del Buscón"

Por Dieter Reichardt


Este ensayo, que se basa en un capítulo de mi tesis de doctorado de 1970, fue publicado sin mencionar la fuente, por Klaus Meyer-Minnemann como trabajo propio en una colección de ensayos editada por él y Sabine Schlickers. (Compárese Reichardt 1970: 47 ss. con Klaus Meyer-Minnemann / Sabine Schlickers, eds.: La novela picaresca. Madrid: 2008: 443-457.)


En 1633, siete años después de la publicación oficial del original, se edita la versión francesa con el título L'avanturier Buscón, histoire facecieuse.[1]
 
El nombre del traductor, un tal "de la Geneste", sólo es mencionado en el breve prólogo del librero / editor quien se refiere a la traducción de los Sueños, publicada el año anterior:
Messieurs, [/] Puisque les Agreables Visions de Mr. de la Geneste, vous ont donné sujet d'admirer les gentillesses d'esprit du Cavalier Quévédo, il n'est pas necessaire d'user icy des belles paroles pour semondre vostre bienveillance, & exciter vostre curiosité: C´est assez de vous aduertir que ceste piece vient de luy. Seulement vous diray je en passant, qu' elle a esté façonnee à la Françoise d'vne main qui l'a merueilleusement bien embellie [...][2]
Las 17 reediciones de esta traducción fuera de las 12 ediciones de Les Œuvres de Quevedo que incluyen la misma versión del Buscón, hasta 1730, oscurecen el éxito del texto original (10 más 12 Obras).[3]

Ni Greifelt (1936), ni Chevalier (1954/55) o Brögelmann (1959) pudieron averiguar algún dato biográfico del traductor. Sólo Stoll (1970), hilando muy fino y ensalzando lo que a otros resultaba ser conte bleu, afirmó que era el joven Scarron.[4]  Más indicios existen para poder reconstruir el programa editorial de Billaine quien al lado de las obras mencionadas de Quevedo publicó la (segunda) traducción del Guzmán de Alfarache y una de la Pícara Justina, poco exitosa, además las obras de Théophile (de Viau), condenado y quemado in effigie en 1623 por libertino, y la Histoire comique de Francion por Charles Sorel en sus tres, cada vez más purgadas ediciones. 

Es probable que Billaine, en primer lugar, tuviera un sano instinto por el éxito económico, mientras que la pulcritud de las ediciones le importara menos (cfr. Sorel 1924-31: VII), pero también queda patente su hispanofilia en combinación con la oposición a lo que sería la cultura hegemónica de su actualidad, conformada, principalmente, por el clasicismo y el preciosismo, y cultivada en los salones de los diferentes estratos de la nobleza.

Volviendo al “Prólogo” del Buscón francés y el ensalzamiento de “vne main qui l'a merueilleusement bien embellie”. Fuera de la supuesta lógica mercantil, se indica un objetivo y una tendencia bien diferentes del original, sobre todo si tropezamos con los mismos adverbios al final de la novela, subrayando la felicidad del protagonista recien casado: “Ayant ainsi merueilleusement bien establi ma fortune [...]” (396).[5]  Un enunciado del estilo de “maravillosamente bien”, tanto en el plano estético como el diegético, el autor implícito del Buscón o el narrador Pablos, sólo podían proferirlo en sentido irónico. Sospechamos, para la traducción, un cambio epistemológico que no solamente afecta el uso del idioma y el concepto de “Fortuna”, aquí evidentemente no tan sesuda como la posterior de Quevedo,[6] sino también el concepto de la sociedad, el individuo y el amor hasta, probablemente, de la comunicación literaria.

En cuanto a la forma de la novela original, que se caracterizaba por una composición de paralelos (por ejemplo de la madre, I, 1 y la Paloma o Tal de la Guía, III, 8 o los dos fracasos amorosos III, 5 y 6/7) y diversos elementos tectónicos formados por remisiones o reencuentros como con don Diego en III, 7 (cfr. Reichardt 1970:19-35, 50-56), el traductor desecha lo que por varias razones le pareciera inconveniente o innecesario. Las omisiones más fundamentales perpetradas por él sobre todo afectan la tercera parte de la novela comprendiendo varias escenas a partir de III, 4: la estadía en la casa del carcelero y el castigo de la vieja Labruscas (176-180, III, 4), la segunda frustración amorosa y el nefasto reencuentro con don Diego (187-201, III, 6, 7), además los episodios desde su asedio a la monja hasta el final (214-226, III, 9, 10). En lugar de los sucesos en Sevilla y la promesa de una continuación encontramos el relato del casamiento engañoso y afortunado del Buscón. Es decir que el traductor empieza a cambiar el rumbo diegético cuando la trayectoria del protagonista llega a ser seriamente conflictiva con la sociedad.[7] 

El autor implícito de la traducción no le depara al protagonista / narrador una vida peregrina y pecaminosa, sino un bien fundado desenlace feliz con pingüe herencia, bonita y diestra esposa y el desembarazo futuro, mediante muerte natural, de molestos parientes. El párrafo final, después de un conjuro que revela más bien un fondo de supersticiones triviales que religiosas, de “que ma fin ne soit pareille à mon commencement”, reza, con palabras que remiten al final del Francion, lo siguiente:
Tout est sous la prouidance du Ciel, on ne peut preuoir l'aduenir: mais maintenant ie puis dire qu'il y a peu de personnes en l'Vniuers, de quelque condition qu'ils puissent estre, & quelque prosperité qu'ils puissent auoir, dont la felicité soit comparable à la mienne. Veüille le Ciel me la conseruer longuement en la compagnie de ma chere Rozele. (397)
Contrarias, en casi todos los sentidos, suenan las palabras finales del original:
Yo, que vi que duraba mucho este negocio [de la persecución por la justicia], y más la fortuna en perseguirme, no de escarmentado, que no soy tan cuerdo, sino de cansado, como obstinado pecador, determiné, consultándolo primero con la Grajal, de pasarme a Indias con ella, a ver si, mudando mundo y tierra, mejoraría mi suerte. Y fueme peor, como V. Md. verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres. (226, III,10)
Con la pérdida del vínculo más fuerte entre los diferentes libros, que consistía en la figura de don Diego como posibilidad simbólica y cerramiento definitivo del ascenso social, la novela se convierte en un encadenamiento de episodios ordenados principalmente por la cronología,[8]  sin las marcas de una voluntad compositora. Lo mismo puede constatarse al cotejar los episodios de los amores frustrados con el nuevo capítulo final de la versión francesa. Mientras el original subraya los paralelos de las supercherías de "don Ramiro de Guzmán" (182, III, 5) y de “don Filipe Tristán” (192, III, 7), la Geneste procura evitar repeticiones. Los momentos diegéticos de los dos episodios amorosos, que utiliza para la confección de su capítulo final, constan, sobre todo, de lettres de change expedidas por un comerciante (362) y una carta fingida “A Dom Fernand Armindez de Mendoce, Cheualier de l´Ordre de S. Iacques” (367-369), mientras en el episodio traducido se suprimen estas estafas sociales y financieras.[9]

La destrucción de la composición original puede explicarse a la luz de las últimas palabras de la versión francesa. Entre la continuación de la “felicité” y algún “desastre”, poco antes conjurado, hay un sinnúmero de posibilidades dispuesto por la “prouidance du Ciel”, frente al destino de Pablos inapelablemente determinado por el autor implícito del original. El aparente “fatalismo” de la traducción remite a una cosmovisión en que ya no rige la voluntad divina del “Autor” del Gran teatro del mundo calderoniano, sino un azar más bien gratuito y la razón humana que se reconoce limitada (“on ne peut preuior l´aduenir”), pero capaz de llegar a esta misma y otras verdades del universo.[10]

La indeterminación final, en combinación con la omisión de paralelos que subrayaban notoriamente la artificialidad ficcional, lleva al principio de una autogeneración de la acción como resultado de casualidades. De este modo avanza la acción del capítulo final, promovida por el azar, a su vez corregido por la astucia del protagonista. Éste y su amigo Alistor han llegado a Sevilla con el propósito de “contrefaire les Caualliers pour frequenter plus librement les Academies de ieu” (354). Pero no se ganan la vida en las academias de juego, que no vuelven a mencionarse, sino casualmente descubren “vne ieune bourgeoise à vne fenestre” (355). Para entablar Buscón una relación con ella, los dos entran en el servicio de la familia de la joven sustituyendo a un criado muerto y otro despedido. Todavía dos veces más interviene la muerte oportunamente, llevándose al padre en un naufragio (395) y pocos días después a la madre por “ennuis de l´absence de sa fille” (396). Así ya no existe nadie directamente interesado en averiguar la verdad de la nobleza del Buscón, estando informada de la estafa la joven esposa (y olvidado, por el narrador, el tío).

El desvío hacia la imagen de un protagonista embellecido y afortunado empieza casi al principio, en el segundo capítulo, al auto-presentarse con cierta vanidad:
[...] d'ailleurs i'estois assez complaisant à tous ceux qui m'enuisageoint, la nature m'auoit donné vn visage & vne taille que chacun trouuoit passablement agreable.[11]
Esta añadidura tiene su correspondencia en una omisión significativa al informarse Pablos que las dueñas de la casa donde se había hospedado con el nombre de don Ramiro de Guzmán, se lo describen a un falso mensajero como “más roto que rico, pequeño de cuerpo, feo de cara y pobre” (182, III, 5). Contrariamente, su congénere francés llega a ser alabado: “vous estes de condition pour donner la loy par tout où vous estes” (377).

La despicarización, para llamar el fenómeno de algún modo, se muestra también en cierta largueza del protagonista. Así les paga una colación –“le gouté”- a la mujer que le guardó el dinero heredado y luego el vino a los compañeros de su tío –“ie les eu fait boire le plus abondamment qu´il me fut possible” (309 ). En el original (139, II, 4) no figuran los dos gestos modestamente generosos. En otro momento, Buscón, como Pablos, estafa también a sus huéspedas (187, III, 6), pero se disculpa con que “les frais que i´avois faits en colations & presens m´en auoient bien acquitté” (319). Sobre todo en el nuevo capítulo final se evidencia la generosidad  del protagonista al granjearse la simpatía de los demás criados “par le moy[en] de certaines petites liberalitez”, consiguiendo “qu´il n´y en auoit pas vn qui n´eust volontiers exposé sa vie pour nous” (361). Los buenos servicios de su compañero Alistor son gratificados con “vingt mille francs[12] auec lesquels il se retira fort content de moy” (396).

Esta mejora del aspecto y carácter del protagonista señala hacia el ideal social del honnête homme como lo está representado, con ciertas singularidades, por el protagonista del Franción de Sorel, para definir el marco literario lo más estrechamente posible, ya que el concepto de la honnêteté se remonta a las tradiciones cortesanas propagadas en las novelas heroicas y pastoriles hasta L´Astrée cuyas primeras tres partes se publicaron entre 1607 y 1619 (cfr. Papin, 1962). Pero mientras Sorel introduce elementos cómicos y picarescos en su discurso novelístico, cuyo protagonista de ascendencia noble y mejores dotes personales[13] proviene de la literatura heroica / pastoril, la Geneste introduce en el discurso picaresco elementos que remiten a las tradiciones cortesanas. Ejemplos de esta actitud serían el acatamiento de “les loix sacrees de l'hospitalité” (386) o la percepción de “deux roses vermeilles [...] sur les ioues, qui augmenterent infiniment sa beauté” (384), fuera de la generosidad, cierto que en mayor grado demostrada por Francion.

El pícaro ennoblecido, Buscón, y el aristócrata apicarado, Francion, concuerdan, sin embargo, al llegar al estado matrimonial. 
Francion se voyant obligé de ne plus vivre en garçon prit delors une humeur si grave et si serieuse que l´on n´eust pas dit que c´eust esté luy-mesme […] il avoit de la peine a se repentir de beaucoup de petites meschancetez qu´il avoit faites en sa jeunesse pour chastier les vices des hommes. (Sorel, Histoire IV, 161)
También en Buscón se opera un cambio al casarse con la mujer amada, existiendo en ambos casos un trasfondo mezclado de gratitud y culpabilidad.
Me voyant donc dans la possession d´vne si belle femme & d´vne si grande richesse, ie me resolus de ménager mon bon-heur, & de faire désormais profession d´honeste homme, por satisfaire aux obligations que i´auois à Rozele. (389)
Pero mientras en la novela de Sorel perdura una concepción religiosa, ya que su héroe ejemplifica didácticamente cómo llegar, previo arrepentimiento, a la virtud, la Geneste parece acentuar la motivación individual demostrando que el amor, como una fuerza natural, es capaz de vencer cualquier obstáculo y de establecer su propio sistema de valores, no solamente éticos sino también “civiles”: “Sa conversati[on], & le respect que ie luy portois m´auiot rendu parfaitem[en]t civil.” (386) Buscón se distancia tanto del pragmatismo sexual de Pablos como de la polarización vicio vs. virtud, que subyace al concepto del amor soreliano.

La prueba fehaciente de la desvinculación religiosa del amor se halla en el comportamiento de Rozele, cuya edad de quince años remite a las heroínas cortesanas (355, cfr. Koerting, 1885-7: I, 30). Al confesarle Buscón su estafa reacciona ella “grandement estonnée” (392). Pronto le toca a él asombrarse de la falta de escrúpulos de ella, ya que le aconseja, para quitarle a su tío las letras de cambio que constituían su dote:
[…] toute[s]fois il faudra que vous ayez chacun l´espée au costé, afin de luy faire peur, & les tirer par force s´il en est besoin […] puis aprés sans perdre de temps, il vous en faut aller trouuer le Banquier à qui elles s´adressent, & les luy faire accepter sur le champ. (393s.)
Mientras Buscón se afana en cumplir las normas de la honnêteté, su esposa exhibe inclinaciones de pícara. Ello quizá no fuera la intención principal, sino el efecto de la “affection si passionée pour moy” (392), lo cual demuestra precisamente que la pasión amorosa es vivida como una experiencia individual que puede poner en duda la legalidad social y una moral basada en principios cristianos.

Análogamente al contraste de la impecable y noble esposa de Francion, Nays, y esta “jeune bourgeoise” de armas tomar puede percibirse la apología implícita de una sociedad dirigida por la vieja aristocracia[14]  en la novela de Sorel frente al asomo de una reivindicación de la burguesía representada por la familia de Rozele.[15] Es cierto (y quizá señal de la carencia de una ideología propia) que Buscón todavía necesita el disfraz de caballero -que consiste en los apellidos Armindez de Mendoze (367), en una “camisole de Milan, enrichie d´or & d´argent, sur la quelle estoit cousuë l´Ordre de S. Jacques” (374) y en el lenguaje elevado y los gestos reverenciales del fiel criado (375)- para ganar la admiración de la “jeune bourgeoise. Después de haberla conseguido, sin embargo, más parecen convencerla a ella las cualidades personales y la ternura de su esposo,[16]  mientras que el ascenso social ya no les importa a los dos. Incluso es posible ver en el texto cierta inquina hacia la nobleza, por ejemplo cuando se destaca: “la profession de Caualier […] où c´est vertu que de mal écrire, aussi bien que de mal payer” (25 s.).[17]  La invectiva del original se dirigía contra el desdén de la nobleza hacia las letras, mientras la añadidura pone en duda, además, la solvencia de ella.[18]
 
De ahí puede inferirse que la omisión de don Diego de los últimos cápitulos obedece, entre otras razones, al rechazo de la preeminencia de la nobleza. Para un hombre tan bien dotado como Buscón, aun sea de extracción tan infame como lo es, si ha conseguido una posición adinerada, ya no existe para él ni amenaza social ni tentación para abandonar lo alcanzado. El capital es la única piedra de toque para el bienestar social e individual. Asi es lógico que Rozele profiera claramente que además de su belleza existe el otro atractivo de sus bienes materiales:
[…] ce n´est pas seulement la considération de ma beauté, ou de mes perfections qui vous a touché, mais aussi le bien & l´auancement que vous en receuez.(393)
La insinuada neutralización ideológica de la sociedad estamental en combinación con el desembarazo religioso a favor de la autodeterminación individual halla una correspondencia en la estructura narrativa, empezando por los títulos de las ediciones. Mientras las españolas, a partir de la princeps, llevan el título completo de Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; exemplo de vagamundos y espejo de tacaños,[19]  evita el título francés cualquier denotación o connotación negativa,[20]  hasta remite la palabra “avanturier” al espacio caballeresco que, combinado con “facecieuse”, indica la novedad de la mezcla joco-seria. En cuanto a la relación autor implícito : narrador se marca ya aquí la identidad que corrobora el discurso en tanto que sigue el original, como cuando lo abandona. La felicidad deparada final-mente al protagonista / narrador por el autor implícito, lejos de estar puesta en tela de juicio, aparece como bien merecida, ya que ni hay monja galanteada, borrachera, asesinato o prostitución de por medio. La ascendencia infame no es del conocimiento de todos. Significativamente se agrega que los padres de don Diego “ne connoissoient l´infamie des miens” (61). Además, con la devaluación ideológica de la nobleza ya no cuentan abolengos, sino el comportamiento del individuo. De ahí surge una de las mayores discrepancias entre el original y la traducción, puesto que en el plano diegético del original el autor implícito le niega a Pablos el ascenso social. 

Análogamente al rechazo ideológico de la sociedad estamental, puede constatarse en la traducción una desjerarquización de las instancias narrativas. En el original, el narrador se supone intradiegético al narrar desde una situación temporalmente alejada, pero cuya índole de vida pícara sigue siendo la misma del discurso anterior. A pesar de la casi identidad de autor implícito y narrador por varios pasajes satíricos como la indumentaria de los pícaros madrileños o el comportamiento y las posturas de los devotos monjiles, revela precisamente la situación del narrador la posición categóricamente diferente del autor implícito, marcando así la ficcionalidad del relato. En la traducción, puesto que falta una promesa de continuación y termina el discurso en el presente de la felicidad matrimonial, sin el menor asomo de disturbios futuros, se borran las últimas marcas reconocibles de la no-identidad del narrador y el autor implícito. El narrador parece así asumir una posición omnímoda como si su discurso autobiográfico fuera real.[21]

También con respecto al narratario puede constatarse una nueva modalidad que determina la esencia de la novela. Mientras las ediciones españolas conservan el narratario personal, sugiriendo el nivel ficticio de un relato privado, pero dirigido a un “señor”, lo que le quita la “obscenidad” del manuscrito B, en la traducción se dirige desde el principio el discurso a un narratario impersonal, tratado con respeto: “Seigneurs Lecteurs, ie suis de Segovie, ville du Royaume d´Espagne en la Province de Castille” (1), para pasar luego al singular (p. e. 102) que aparece también hacia el final: “Voilà, Seigneur Lecteur, l´heureuse yssuë de mes auentures, & l´estat present de mes contentements” (396). Este narrratario impersonal, casi diríase público, le presta al discurso autobiográfico cierta ejemplaridad, en el sentido de que la voluntad individual y la purificación por el amor garantizan la felicidad y una posición social que no desmerece frente a los títulos hereditarios.

Fuera de la tendencia ideológica, el narrador asume también la función del intermediario entre las particularidades españolas y su narratario francés, poniéndose del lado de éste, al comentar, por ejemplo: “qu´vn Espagnol n´est pas sobre, quand il disne aux dép[en]s d´autruy” (60); “vne mule […] est la plus ordinaire monture des Espagnols” (131s.); “tenant nos rozaires en la main à la mode de la nation Espagnole” (253). Por otra parte corrige, por omisión, el prejuicio español de que el rey de Francia, por virtud de casta, podía “sanar lamparones” (96, I,6; cfr.103).

Resumen: Para Parker (1967: 120), la traducción del Buscón por La Geneste resulta ser una “degradation of a masterpiece”; igualmente la enjuicia Chevalier (1954/55: 212). Sin embargo, cabe dudar si es lícita la comparación de la traducción con el original, cuando evidentemente son tan diferentes los sentidos intencionales de las dos obras como sus respectivas frases finales. El desenlace feliz frente a la obstinación cínica del original, igual que la transubstanciación del pícaro en un honnête homme, indican un cambio fundamental en cuanto a la ubicación histórica y social de la comunicación literaria. Frente al desdén elitista que mana de la novela de Quevedo, en la traducción se nota una tendencia ideológica de reivindicación social de (cierta capa de) la burguesía, probablemente mercantil, frente a la aristocracia, en combinación con un narratario colectivo tratado con cortesía. Por último hay que destacar que las marcas de ficcionalidad se borran sistemáticamente en la traducción, hasta tal punto que la así lograda identificación del narrador con el autor implícito sugiere una lectura de la novela como si se tratara de una autobiografía real.-


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Notas

[1] La portada indica: L'AVANTVRIER /BVSCON,/ HISTOIRE FACECIEVSE,/ Com¬posée en Espagnol, par Dom Francisco de / Quévédo, Caualier Espagnol. /Ensemble les lettres du Cheualier de Lépargne. /[Grabado] / A PARIS,/ Chez PIERRE BILLAINE ruë /S. Iacques, à la bonne-Foy, deuant S. Yves./ M.DC.XXXIII./ Auec Priuilege du Roy./ Cito por una foto¬co-pia del ejemplar de la Bibliothèque Nationale de París, la cual se halla en Hamburgo (A/211503). En las siguientes ediciones cambia la ortografía de “avanturier” y “facecieuse”. En cuanto a este atributo sólo caben barruntos: evi¬tar el adjetivo casi idéntico “comique” usado ya por Sorel; aludir a los exitosos Caquets de l 'Ac¬couchee (1623) que se subtitulaban “Discours face¬cieux”, fuera de las diferentes colec¬ciones de “facecias” a partir de la de Pog¬gio Brac¬ciolini, de mediados del siglo XV. En com¬bi¬nación con “extrauagance”, cfr. p. 149. Al cotejar las diferentes ediciones españolas con la traducción francesa, se halla un indicio de que la Geneste pudiera haberse basado en la de Ruan (Rouen): Carlos Osmont, 1629. Mien¬tras en la editio princeps (Zaragoza: Pedro Verges, 1626) se lee: “un rosario de muelas de difuntos que tenía. Metidos en paz […]” (Quevedo 1965: 20, I, 1) en la edición de Osmont (p. 4): “vn ro¬sario de muelas de difuntos, que tenia me¬tidos en paz”. La Geneste traduce exactamente esta variante: “son chapellet, fait des grosses dents de plusieurs morts, à qui elle auoit abregé la vie” (p. 8). 

[2] El otro paratexto que precede el texto es un igualmente breve “Extraict du Priuilege du Roy”. Los paratextos de la edición de Osmont -dos breves aprobaciones, una advertencia “El Librero, al lector” y una décima- son desechados por Billaine.

[3] Greifelt (1936: 57s.) enumera solamente 20 ediciones francesas del Buscón, sueltas o in¬clui-das en Œuvres. Faltan las siguientes: Brusselles 1633, 1668, 1699, 1718; Lyon 1639, 1644; Paris 1645, 1698, 1700; Troyes 1646, 1705, 1728, 1730; Evreux 1699. En lugar de las cuatro ediciones publicadas en Rouen 1665 menciona solamente una. Cfr. Palau y Dulcet (1977).

[4] Hay varias incongruencias y omisiones en el trabajo de Stoll, que invalidan, a mi parecer, su hipótesis. En primer lugar, no se puede entender que los amigos de Scarron, como Charles Sorel, o enemigos, como Cyrano de Bergerac, y hasta el mismo interesado guardaran un si-lencio tan absoluto. Sorel, cuyas tres diferentes ediciones del Francion (1623, 1626, 1633) fueron publicadas por el mismo editor de la Geneste, Pierre Billaine, habría podido mencionar o insinuar cuatro años después de morir Scarron la identidad en La bibliothèque françoise (Paris 1664), pero ni el pasaje sobre la picaresca española (pp. 172s.), ni el dedicado a Scarron (pp.178s.) revelan algo sobre el asunto. El mismo Scarron, al parecer nunca mencionó a Que-vedo, pero sí a Cervantes, por ejemplo en el capítulo 21 del Roman comique, y es precisa¬mente la influencia notoria de Cervantes en Scarron, de la cual Stoll hace caso omiso para proteger su hipótesis. Otros detalles y dudas en Reichardt (1973).

[5] Las cifras entre paréntesis se refieren a la nombrada edición francesa. En cuanto al final, si hay una -casi improbable- alusión intertextual al Lazarillo de Tormes, será de índole po¬lémica. El intertexto más importante para la Geneste es el Francion de Charles Sorel. Cfr. también anotación 18.

[6] En La fortuna con seso y la hora de todos (1635/50) se desarrolla satíricamente la situación ficticia de que cada ser humano recibiría lo que le corresponde según sus méritos personales. Las consecuencias desastrosas pintadas por Quevedo, posiblemente la Geneste las habría invertido.

[7] En lo siguiente usamos el nombre Pablos cuando se trata del original español, y el de Bus¬cón, usado en los encabezamientos de los capítulos de la traducción, para nombrar el pro¬tagonista de ella.

[8] En el plano formal se operó un primer cambio significativo al seguir la Geneste solamente la división por capítulos desechando la bipartición de las ediciones españolas. Por primera vez, se omite la división de la novela en la edición española de Bruselas 1660. Cfr. Lázaro Carreter (1965: XVI).

[9] 181-183, III, 5; cfr. p. 305-308 de la traducción.

[10] Aquí se muestra algo como una versión popular del racionalismo cartesiano. Para Descartes, la raison es una calidad humana, independiente de la pertenencia a un grupo social. Cfr. Nies (1972).

[11] La pequeña obra satírica Cartas del Caballero de la Tenaza cuya traducción, Le Chevalier de l´Espargne acompaña, con paginación propia, la edición francesa del Buscón propaga precisamente lo contrario de la generosidad. La obrita fue redactada según Jauralde Pou (1999: 276, 943) antes de 1613 y publicada quizá por primera vez en 1621. Cfr. Quevedo, Obras completas, 1. Madrid: Aguilar, 1958, pp. 77-86, bajo el título de Epístolas del caba¬llero de la tenaza.

[12] Aquí evidentemente hay un descuido de la Geneste al no respetar la verosimilitud, puesto que el franco no es moneda española.

[13] En los pasajes autodiegéticos del Francion es enunciada la imagen idealizada de su padre: “Son nom estoit la Porte, son Pays estoit la Bretagne, sa race estoit des plus nobles et des plus anciennes” (Sorel, Histoire I, p. 148). En cuanto a las cualidades de honnêtete del prota-gonista, no le faltaba nada: “Il avoit bonne façon: il chantoit bien: il jouoit de plusieurs instruments de musique: […] estoit grandement sçavant, parloit extremement bien, et escrivoit encore mieux, et ce n´estoit point sur un seul sujet, mais sur tous” (ibid. IV, p. 22).

[14]  Cfr. Hauser (1973: 472-474); Leon (1970).

[15] Para una precisión sociológica cfr. Reichardt (1970: 66s.).

[16] Detalles de la intimidad matrimonial como “apres auoir tesmoigné des excés d´amour a Rozele” (391) o “apres luy auoir baisé & rebaisé les pieds” (394) parecen insinuar el justo medio entre el amor idealizado y la viciosa sexualidad.

[17] En otra ocasión se articula, apartándose del original, algo semejante: “la plus grand part des Courtisans n´ont pas assez de leur bien propre pour y [dans la Cour] viure, mais ils tâchent encore de manger celui d´autrui” (221s.). Cfr. “de qué manera viven en la Corte los que no tenían, como él” (144, II, 5).

[18] Puede presumirse una alusión al Lazarillo, sin embargo el intertexto más notable, fuera del Francion, es el Don Quijote de Cervantes, dos veces mencionado, p. 19 y 213.

[19] El subtítulo aparece también en la portada del manuscrito B, pero esta tiene letra del siglo XIX, así que cabe la sospecha que se trata de una posterior adaptación de las versiones im-presas. Cfr. Cabo Aseguinolaza, p. 54.

[20] Incluso la palabra “Buscón”, si se relaciona con “busc”, “buscage”, “busquer”, “busquière”, no roza con nada negativo.

[21] Con la pequeña contradicción de los encabezamientos de los capítulos en tercera persona, herencia del original.

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Bibliografía

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- Parker, Alexander A. (1967): Literature and the Delinquent. The Picaresque Novel in Spain and Europe1599-1753. Edinburgh.

- Quevedo, Francisco de (1965): La vida del Buscón llamado don Pablos. Edición crítica y estudio preliminar de Fernando Lázaro Carreter. Salamanca (Acta Salmanticensia).

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- Reichardt, Dieter (1970): Von Quevedos Buscón zum deutschen Avanturier. Bonn: H. Bouvier (Studien zur Germanistik, Anglistik und Komparatistik, 7).

- Reichardt, Dieter (1973): “Andreas Stoll: Scarron als Übersetzer Quevedos”. En: Revue de Littérature Comparée, 47/4, 634-637. 

- Sorel, Charles (1924-31): Histoire comique de Francion. Réimprimée sur l'exemplaire unique de l'édition originale (1623) et sur les éditions de 1626 et 1633 par Emile Roy. Paris (Societé des textes français modernes, 46, 47, 53, 61).

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