Por Melissa Olivares
Me tiemblan los sonidos en la espalda: la mujer se hace más grande. Es mentira, todo él es mentira; es mentira que el andar por las paredes puede ser un sueño infantil, cuando las oraciones se hacen de a uno porque así tiene que ser, porque se nace solo y sólo hay unas cuántas páginas qué acabar para necesitar otras nuevas, porque la salvación es infinita o en todo caso la salvación no existe. Se reinventan los horarios, el despertar se hace grave y no valen las descripciones de la desorbitación, no vale que se diga que los cuadros inclinados son mejores para estimular los nervios; no sirve que te escuchen cuando tus pasos se oyen más que los latidos del otro. Porque ahora eres otro y yo no sé de cargas tritonales, y yo no puedo intentar volverte y yo sólo tengo que rechazar el movimiento de mis cabellos, y sólo tengo que poner hielo en las pestañas para que no importe y me mienta con teorías futuristas donde quizá se dé espacio a la memoria para su rechazo y condena.
Se inquieta el suelo, se está más cerca, se está más, se está más sedado, das cuenta que el sol le da ribetes anaranjados, le da un espacio. ¿A quién al sol o a ti? No importa, ya no importa si se camina al norte o al sur: algo se perdió. Te encuentras con el rellano de la ventana, es tan vertiginoso ver volar tu mano en un clima en que no hay cometas. Es tan agudo verte sin pies no a lo lejos sino con pinceladas difusas, y quizá esto eres ahora, un ser difuso que nunca cruzó mi espacio: algo se expandió.
Me tiemblan los escalones, mis piernas zigzaguean para evitar la caída. La muerte no toma el cuento, la muerte es una canción prohibida para lo terso de los años, la vida va ganando diagnósticos ramificados en rojo y azul por si un héroe se acuerda de poner una tarima: algo se cayó, algo se calló. Quizá alguien sabe dónde, quizá el eco sea mejor que un diálogo. Vuelvo la mano a dar un giro en ele mientras algo arriba que no es un ave ni una nube dice que esto pasará, dice que con un descanso el suelo será menos intenso y se caminará con unos zapatos de princesa dando lugar a la victoria del aire por sobre el humo que cubren tus cuerdas, por sobre la misma melodía que hace unas horas sonó distinta y metió mi sueño en una locomotora. La respiración se acelera y tú sólo piensas en neuronas oscuras, y yo sólo pienso en el tiempo que tomará cerrar la ventana, ponerse un vestido, arreglar unas páginas, voltear para sonreír a una revista que aligero tu memoria e irte.