Por Carlos García (Hamburg)
[carlos.garcia-hh@t-online.de]
A
Germán Álvarez
La reciente aparición en Buenos Aires de una edición
facismilar de la revista Proa,
segunda época (1924-1926), incita a retomar algunas cuestiones relacionadas
con García Lorca y uno de los directores de la revista, Jorge Luis Borges, así
como con dos poemas del granadino.[1]
Se ha convertido en un deplorable malentendido reducir la
actitud de Borges hacia García Lorca a alguno de los desafortunados exabruptos
proferidos en entrevistas.
¿Se conocieron Borges y García Lorca personalmente antes de
la visita del segundo a Buenos Aires, en 1933?
La pregunta es de difícil respuesta, porque los testimonios
son fragmentarios y ambiguos. Entre enero y abril de 1924, Lorca se
encontraba, siquiera con intermitencias, en Madrid. Por estas fechas, más
concretamente hacia marzo-abril, la familia Borges pasó por la corte, en
viaje de regreso a Argentina, tras casi un año de periplo europeo. Es muy probable
que Guillermo de Torre, amigo común de Lorca y de Borges, pusiera a ambos en
contacto, lo cual, paradójicamente, quizás contribuyera a algún malentendido
entre el porteño y el granadino, ya que su inminente cuñado no era simpático
a Borges. Lo cierto es que en carta inédita a Torre, de hacia abril-mayo de
1924, enviada de Lisboa a Madrid, Borges inquiere a su corresponsal: “Lisboa
es una inexistencia sin nada de particular. Descuélgate pronto por aquí.
¿Vendrá contigo Lorca o se irá por el aire?”.
Aunque ninguna carta de la época permite corroborarlo,
quizás tuvo Lorca la intención de ir a Lisboa.
Pero más que aludir a esa posibilidad parece que Borges
ha querido hacer una pulla contra la “Baladilla de los tres ríos (Popular)”, que
trae las líneas “¡Ay amor que se fue / por el aire!” (Horizonte 5, Madrid, ca. diciembre de 1923; este texto se convertiría
en 1931 en el primero del Poema del cante
jondo).
Como fuere, la opinión literaria del joven Borges acerca de
Lorca no fue tan negativa como comentarios posteriores nos han acostumbrado a
suponer.
Por un lado, se ignora o se olvida a menudo que Borges firmó
un telegrama público de repudio ante su asesinato: “Telegrama a la Junta de Burgos” (Crítica, Buenos Aires, 25-VIII-36). Poco después se publica en
Madrid una carta abierta, bajo el título “Protestan intelectuales argentinos
por la muerte de García Lorca” (ABC.
Diario republicano de Izquierdas, Madrid, 31-X-36), también con su firma.
Pero aún dejando de lado estas muestras de repudio por el
asesinato de Lorca, hay testimonios tempranos del interés en la obra del poeta
español.
Mediante carta sin fecha, escrita hacia el 11 de agosto de
1924, Borges relata a Torre que con Alfredo Brandán Caraffa, Pablo Rojas Paz y
Ricardo Güiraldes han decidido fundar la revista Proa:
Se trata de una revista de 70 páginas apuntalada de
provechosos anuncios, rotulada Proa
y en la cual nos secundarán la pandilla de Martín
Fierro (Evar Méndez, algunos lugonistas, Oliverio Girondo...) y vos, a
quien te pedimos acervo de prosa crítica sobre letras contemporáneas hispánicas.
(De literatura francesa escribirá Güiraldes, que es muy amigo de [Valery]
Larbaud.) Asimismo haz lo que puedas para que nos envíen originales Eugenio
[Montes], [José] Rivas Panedas, [Melchor] Fernández Almagro, Lorca, &tc.
Envía pronto lo tuyo para que vaya en el segundo número.
Torre pone, como casi siempre en estas lides, manos a la obra
inmediatamente, y remite el 17 de septiembre de 1924 una carta a Melchor Fernández
Almagro, en la que entre otras cosas dice: Borges “reanuda Proa con Güiraldes, Girondo y otros,
desearía tu colaboración, la de Lorca y otros afines (que no se llamen Rivas
Cherif)”.
(Puesto que Borges no menciona a Rivas Cherif, de quien
apareció un texto en el número 5, debemos conjeturar que la exclusión ha sido
idea de Torre, quien además comete un error al suponer que Girondo sería uno de
los directores de Proa: si bien colaboró
en la revista, no tenía en mucho ese soporte, sino que prefería el libro o el
periódico barato.)
En Proa
aparecieron varios textos de los españoles Montes y Fernández Almagro; no
así de José Rivas Panedas.[2]
Todo sugiere que Torre debe haber insistido a menudo ante
Lorca para que éste remitiera material destinado a Proa.
Ello ocurre por primera vez, hasta donde alcanzo a ver, en
una carta del 13 de marzo de 1925, reproducida en páginas 111-112 de mi libro. Dice
Torre en esa carta: “tú puedes igualmente remitirme los poemas para Proa”.
Y en una carta del 27 de abril de 1925 a Borges, Torre dirá:
Dentro de esta misma semana enviaré la antología –o más bien
florilegio o conjunto, pues no tiene ningún carácter de selección metodizada–
que me encargó Girondo y me ratificó Bernárdez para Martín Fierro[3]
(aunque realmente creo que quedaría mejor en Proa donde podríais insertarla más anchamente y con más cuidado
las reproducciones y dibujos. En fin, yo se la envío a Evar Méndez y luego
decidiréis).[4]
En ese manojo deben haber estado incluidos los dos poemas de
Lorca que aparecen en junio en Proa,
así como los que Martín Fierro
publicará en 1927 (véase ese capítulo en mi libro).
Paralelamente, Borges escribe a su amigo mallorquín Jacobo
Sureda, a quien dirá en carta de hacia junio de 1925 (Jorge Luis Borges: Cartas del fervor, 1999, 236):
A ver si para Proa
nos mandas algo. Algunos buenos españoles –Ramón [Gómez de la Serna] y el
granadino García Lorca y Benjamín Jarnés, que no sé si es bueno– colaboran en
ella. Tu firma y tus ideas nos hacen falta.[5]
Borges debe haber recibido ya, a estas alturas, los dos
poemas de Lorca que publicaría poco después en su revista. Uno con el título
“Romance de la luna de los gitanos” fue publicado por primera vez en Proa 11, Buenos Aires, junio de 1925,
15-16; luego en El Norte de Castilla
(Valladolid) el 9 de abril de 1926. Existe una versión de enero de 1926, en
carta de Lorca a Melchor Fernández Almagro, con algunas diferencias menores
(EC 322-323). Bajo el título “Romance
de la luna, luna”, y dedicado a Conchita García Lorca, hermana del autor,
el poema inaugura el Primer romancero
gitano (1928).
Obviamente, Lorca ha remitido a Torre, en algún momento
entre marzo y abril de 1925, los poemas solicitados, y éste, a su vez, los pasó
a Borges hacia fines de abril, quien a su vez los hizo imprimir en Proa. No será ésta la única vez que
Torre sea el responsable de una publicación de Lorca en Buenos Aires: lo
mismo ocurrirá en 1927.
A pesar de que Mora Guarnido alude más de una vez a esta
versión (1958, 182 y 209-210) y de que se la menciona en los prólogos o en las notas
a las ediciones modernas, ninguna parece haberla tenido hasta hoy en cuenta.
Reproduzco por ello el texto aparecido en Proa,
señalando los cambios operados en versiones posteriores:
Romance de la luna de los gitanos[6]
A José Mora Guarnido[7]
La luna vino a la fragua [viene]
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira
el niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña lúbrica y pura
sus senos de duro estaño.
“Huye luna, luna, luna
si vinieran los gitanos
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.”
“Niño déjame que baile.
cuando vengan los gitanos
te encontrarán sobre el yunque
con tus ojillos cerrados”. [los]
“Huye luna, luna, luna,
que ya siento mis caballos. [sus]
“Niño déjame, no pises
mi blancor almidonado”.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño [cueva]
tiene los ojos cerrados. /16/
Por el olivar venían
–bronce y sueño– los gitanos,
las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya!
¡Ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna [arriba]
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran
dando gritos los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando
Granada
1925.[8]
...
El siguiente poema, “Soneto”, también aparecido en Proa 11, junio de 1925, pasaría a formar
parte de Canciones, 1921-1924, aquí
sin dedicatoria (es el último poema de la serie “Amor”; véase la edición Menarini
de Canciones, 209-210;OCG I, 405 y nota en 912).
Se conservan varios manuscritos de este poema; uno de ellos
trae el subtítulo “Narciso”, y está dedicado “A José María de Sagarra. Recuerdo
de la primavera de 1925”. Lo reproduce Antonina Rodrigo (1975, 55 y 57) en
facsímil y en una transcripción que contiene dos errores de lectura.
El manuscrito lleva al pie una fecha que todos los
comentarios llegados a mi conocimiento leen “1924 Julio”. De ser así, Lorca
debe haberlo obsequiado a Sagarra poco antes de abandonar Barcelona (hacia
el 19 de abril de 1925), o poco después.
Se conserva en la Fundación FGL (Madrid) otro manuscrito
del poema, de julio de 1925 (OCG I,
912).
La versión recogida en Proa
es, si se descuentan el subtítulo y la puntuación (ignoro, por lo demás, si la
mayúscula al comienzo de algunos versos es responsabilidad de la revista o del
autor), casi idéntica a la del ejemplar obsequiado a Sagarra: en el
manuscrito, antes del verso 11, hay una línea tachada: “donde flota y delira
tu belleza”, antes del texto “donde yace ignorada tu belleza”. En ediciones
posteriores el verso sería cambiado a “donde flota sin alma tu belleza”.
También el último verso fue objeto de cambios: en el manuscrito
de julio de 1924, y en el de julio de 1925 rezaba “mojada y temblorosa”,
lectura adoptada en la versión que publicó Proa.
En la edición de Litoral
(aparecida en mayo de 1927) pasará a ser “olorosa y mojada”, y por fin,
en la versión aparecida en la Revista
de Occidente (1929) “mojada y olorosa”, que es la lectura adoptada
por los editores modernos (Mario Hernández en 1982, 154; García-Posada en OCG I, 405).
SONETO[9]
A José
M. Sagarra[10]
Largo
espectro de plata conmovida,
el viento
de la noche suspirando,
Abrió
con mano gris mi vieja herida
y se
alejó. Yo estaba deseando.
Llaga
de amor que me dará la vida
perpetua
sangre y pura luz brotando.
Grieta
en que Filomela enmudecida
tendrá
bosque, dolor y nido blando.
¡Ay
qué dulce rumor en mi cabeza!
Me
tenderé junto a la flor sencilla
donde
yace ignorada tu belleza,
Y el
agua errante se pondrá amarilla.
Mientras
corre mi sangre en la maleza
Mojada
y temblorosa de la orilla.
Granada 1925.
Federico
García Lorca
[A continuación un grabado sin firma,
quizás obra de Norah Borges, representando una paloma.]
...
Es extraño que Lorca remitiera a Torre precisamente estos
dos poemas, aunque terminarán perteneciendo a dos libros diferentes: de ambos
existen manuscritos de julio de 1924, y una versión de 1925, y ambos fueron
nuevamente corregidos en 1926.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que Lorca acostumbraba
a remitir poemas en tandas a sus amigos. Así, por ejemplo, en carta a Jorge
Guillén de mediados de febrero de 1927 (EC
435 n. 86; también con poemas pertenecientes a diversos libros).
(Hamburg, 2009 / 29-V-2012)
NOTAS:
[1] Para la redacción el
presente trabajo me sirvo de laspáginas 116-123 de mi libro: Federico García Lorca / Guillermo
de Torre. Correspondencia y amistad. Madrid / Frankfurt am
Main: Iberoamericana / Vervuert, 2009, donde también pueden verse los datos
bibliográficos de algunos libros mencionados en estas notas, a veces en forma
abreviada. Sobre la revista, véase Proa
1924-1926. Edición facsimilar. Con estudio preliminar e índices de Rose
Corral y Anthony Stanton. Buenos Aires: Biblioteca Nacional / Fundación
Internacional Jorge Luis Borges, 2012.
[2] Sobre este autor preparamos
Pilar García-Sedas (Barcelona) y yo una monografía. García-Sedas es, entre otras cosas, autora del libro Humberto
Rivas Panedas. El gallo viene en aeroplano. Poemas y cartas mexicanas. Sevilla:
Editorial Renacimiento, 2009, que se ocupa de vida y obra del hermano del
poeta. En este breve párrafo aprovecho para corregir una ligereza cometida en
mi libro (página 117).
[3] Asunto también
aludido en la segunda “Carta abierta a Evar Méndez”, de Torre, aparecida en Martín Fierro 19, 18-VII-25, 136, donde
se menciona también a Girondo y la carta de Bernárdez. Esta carta de Torre
debe ser de mayo, a más tardar.
[4] La antología
aparecería con mucho retraso: “La nueva poesía española. Inéditos para Martín Fierro”: Martín Fierro 41, 28-V-27, 344-345 (nº de homenaje a Góngora), con
textos de Mauricio Bacarisse, César A. Comet, Rogelio Buendía, Federico
García Lorca, Antonio Espina, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Luciano de
San-Saor (seudónimo de Lucía Sánchez Saornil), J. Rivas Panedas. La introducción
de Borges, anunciada en Martín Fierro
26, 29-XII-25, 192, no apareció; en cambio, el número trajo “Para el
centenario de Góngora”. Cf. también Martín
Fierro 33,3-IX-26, 253, donde se da cuenta de los motivos del retraso y se
anuncia la esporádica aparición de firmas españolas. Preparo un trabajo sobre
esa antología, en el marco del estudio de las relaciones entre Evar Méndez y
Guillermo de Torre.
[5] Gómez de la Serna
colaboró en varios números de Proa,
donde también se lo menciona con asiduidad. Jarnés lo hizo en Proa 4, noviembre de 1924; Proa 14, diciembre de 1925y en Proa 15, enero de 1926. Jarnés reseñaría
poco después Inquisiciones, de
Borges, para Revista de Occidente
(julio-septiembre de 1925, 125-127). El texto de Sureda, una prosa titulada “El
jardín en la urbe”, apareció también en el número 14 de Proa. Fue recogido en la reedición de su libro El prestidigitador de los cinco sentidos [1927], Palma de Mallorca:
Edicions Arxipèlag, 1985, 89-94.
[6] En carta a Melchor
Fernández Almagro de finales de enero de 1926 (EC 322; OCG III, 873-874),
donde Lorca dice falazmente que se trata de un poema “nuevo”, el título es:
“Romance gitano de la luna luna / de los gitanos”; parece un error de Lorca,
quien quizás olvidara tachar algo. El título definitivo será “Romance de la
luna, luna” (OCG I, 415; en el
volumen no se coteja la versión publicada en Proa).
[7] José Mora Guarnido
(1896-1969): periodista, escritor y traductor granadino, radicado en
Montevideo desde 1923. Promovió publicaciones de Ramón Gómez de la Serna en la revista uruguaya Actualidades (1924-1925). En 1927 se lo designó colaborador de La Gaceta Literaria (Madrid), donde
publicó, por ejemplo, un “Panorama de la literatura uruguaya” en dos entregas
(números 105 y 106, 1 y 15-V-31). Por esas mismas fechas publicó un trabajo
sobre política uruguaya: Batlle y Ordóñez, figura y transfigura. Montevideo, 1931. Recibió en Montevideo
también a Lorca, publicando al respecto en el periódico El Ideal (ya había escrito “Dos poetas andaluces: F. García Lorca
y Rafael Alberti”: La Pluma, Montevideo,
enero de 1928, 51-57); su obra principal es Federico García Lorca y su mundo. Testimonio para una biografía.
Buenos Aires: Losada, 1958. Cf. Catherine Belbachir y Françoise Peyrègne:
“José Mora Guarnido, un andaluz uruguayo”: A.A.V.V.: 60 ans d’exil républicain: des écrivains espagnols entre mémoire et
oubli. Número monográfico de la revista Exils et Migrations Ibériques, coordinado por Manuel Aznar Soler,
Nigel Dennis y Bernard Sicot, París, Université de Paris 7-Denis
Diderot/CERMI, 1999. Mora Guarnido (1958, 209-210) afirma que Lorca escribió
este poema antes de que él partiera rumbo a Uruguay, en agosto de 1923, pero
el aserto parece poco probable. Se conserva un manuscrito fechado por Lorca el
29-VII-24 (facsímil en Martínez Nadal 1975, I, 138-141). Véase lo que Mora
Guarnido relata (1958, 210) acerca de la dedicatoria, así como acerca de su
decepción al ver que fue reemplazada en el Romancero
gitano por otra a la hermana de Lorca.
[8] Desconozco el
paradero del manuscrito; es imposible comprobar, pues, si la fecha fue puesta
por Lorca o por la revista. No encuentro, por lo demás, menciones de Proa por parte de Lorca, lo cual podría
sugerir que quizás nunca se enteró de esta publicación.
[9]EC 238 n. 699: “Uno de
los manuscritos del poema (Rodrigo, GL
en Cataluña, 55) se titula ‘Soneto’, con el subtítulo de ‘Narciso’. Está
dedicado a ‘José María de Sagarra. Recuerdo de la primavera de 1925’, y debió
de ser regalado al poeta catalán durante la estancia de FGL en Cataluña
durante la Semana Santa de ese año. Lleva, al final, la fecha ‘1924 julio’:
época, pues, de esta carta a Melchor Fernández Almagro”.
[10]
Josep Maria de Sagarra i de Castellarnau (1894-1961): escritor catalán, amigo
de Salvador Dalí. Véase
la carta de Lorca a Melchor Fernández Almagro de enero de 1926 (EC 318): “Sagarra tuvo conmigo
deferencias y camaradería que nunca se me olvidarán. Además, yo que soy catalanista furibundo, simpaticé mucho
con aquella gente, tan construida y
tan harta de Castilla”.