miércoles, 6 de junio de 2012

Federico García Lorca en Proa (1925)


Por Carlos García (Hamburg)
[carlos.garcia-hh@t-online.de]

A Germán Álvarez
 
La reciente aparición en Buenos Aires de una edición facismilar de la revista Proa, segunda época (1924-1926), incita a retomar algunas cues­tiones rela­cio­­­nadas con García Lorca y uno de los directores de la revista, Jorge Luis Borges, así como con dos poemas del granadino.[1]
Se ha convertido en un deplorable malentendido reducir la actitud de Borges hacia García Lorca a alguno de los desafortunados exabruptos proferidos en entrevistas. 
¿Se conocieron Borges y García Lorca personalmente antes de la vi­sita del segundo a Buenos Aires, en 1933?
La pregunta es de difícil res­pues­ta, por­que los testi­monios son fragmen­tarios y ambiguos. Entre enero y abril de 1924, Lorca se encontraba, si­quie­ra con intermi­ten­cias, en Ma­­drid. Por estas fechas, más concreta­mente hacia marzo-abril, la fa­milia Bor­ges pasó por la corte, en viaje de regreso a Ar­gentina, tras casi un año de periplo europeo. Es muy pro­bable que Guillermo de Torre, amigo co­mún de Lorca y de Bor­ges, pu­siera a ambos en con­tacto, lo cual, paradójicamente, quizás con­tribuyera a algún malen­tendido entre el porteño y el granadino, ya que su inmi­nente cu­ñado no era sim­pático a Borges. Lo cierto es que en carta iné­dita a Torre, de hacia abril-mayo de 1924, enviada de Lis­boa a Madrid, Borges in­quiere a su corresponsal: “Lisboa es una inexistencia sin nada de particular. Descuélgate pronto por aquí. ¿Vendrá contigo Lorca o se irá por el aire?”. 

Aunque ninguna carta de la época permite corroborarlo, quizás tuvo Lor­ca la intención de ir a Lisboa.
Pero más que aludir a esa po­si­bi­lidad pa­rece que Borges ha querido hacer una pulla contra la “Ba­ladilla de los tres ríos (Popular)”, que trae las líneas “¡Ay amor que se fue / por el aire!” (Horizonte 5, Madrid, ca. diciembre de 1923; este tex­to se con­ver­tiría en 1931 en el primero del Poema del can­te jondo).
Como fuere, la opinión literaria del joven Borges acerca de Lorca no fue tan negativa como comentarios posteriores nos han acostum­brado a su­poner.
Por un lado, se ignora o se olvida a menudo que Borges firmó un tele­grama público de repudio ante su asesinato: “Telegrama a la Junta de Burgos” (Crítica, Buenos Aires, 25-VIII-36). Poco después se publica en Madrid una carta abierta, bajo el título “Protestan intelectuales ar­gen­tinos por la muerte de García Lorca” (ABC. Diario republicano de Izquierdas, Madrid, 31-X-36), también con su firma.
Pero aún dejando de lado estas muestras de re­pudio por el asesinato de Lorca, hay testimonios tempranos del inte­rés en la obra del poeta español.
Me­diante carta sin fecha, escrita hacia el 11 de agosto de 1924, Bor­ges relata a Torre que con Alfredo Brandán Caraffa, Pablo Rojas Paz y Ri­cardo Güi­raldes han decidido fundar la revista Proa:
Se trata de una revista de 70 páginas apuntalada de provechosos anun­cios, rotu­lada Proa y en la cual nos secundarán la pandilla de Martín Fie­rro (Evar Méndez, algunos lugonistas, Oliverio Girondo...) y vos, a quien te pedimos acer­vo de prosa crítica sobre letras contemporá­neas hispá­ni­cas. (De literatura francesa escribirá Güiraldes, que es muy amigo de [Va­lery] Larbaud.) Asimismo haz lo que puedas para que nos envíen origi­na­les Eugenio [Montes], [José] Rivas Panedas, [Melchor] Fernández Al­ma­gro, Lorca, &tc. Envía pronto lo tuyo para que vaya en el se­gundo nú­mero.
Torre pone, como casi siempre en estas lides, manos a la obra inmedia­ta­mente, y remite el 17 de sep­tiembre de 1924 una carta a Melchor Fer­nández Al­ma­gro, en la que entre otras cosas dice: Borges “reanuda Proa con Güi­raldes, Gi­ron­do y otros, desearía tu colaboración, la de Lor­ca y otros afines (que no se llamen Rivas Cherif)”.
(Puesto que Borges no menciona a Rivas Cherif, de quien apareció un texto en el número 5, debemos conjeturar que la exclusión ha sido idea de Torre, quien además comete un error al suponer que Girondo sería uno de los directores de Proa: si bien cola­boró en la revista, no tenía en mucho ese soporte, sino que prefería el libro o el periódico barato.)
En Proa aparecieron varios textos de los españoles Montes y Fer­nán­dez Al­magro; no así de José Rivas Pa­ne­das.[2]
Todo sugiere que Torre debe haber insistido a me­nudo ante Lorca para que éste remi­tiera material des­tinado a Proa.
Ello ocurre por primera vez, hasta donde alcanzo a ver, en una carta del 13 de marzo de 1925, reproducida en páginas 111-112 de mi libro. Dice Torre en esa carta: “tú puedes igualmente remitirme los poemas para Proa”.
Y en una carta del 27 de abril de 1925 a Borges, Torre dirá:
Dentro de esta misma semana enviaré la antología –o más bien flo­rilegio o conjunto, pues no tiene ningún carácter de selección me­to­dizada– que me en­cargó Girondo y me ratificó Bernárdez para Martín Fierro[3] (aunque real­men­te creo que que­daría mejor en Proa donde podríais insertarla más an­chamente y con más cuida­do las reproducciones y dibujos. En fin, yo se la envío a Evar Mén­dez y luego decidiréis).[4]
En ese manojo deben haber estado incluidos los dos poemas de Lor­ca que aparecen en junio en Proa, así como los que Martín Fierro publicará en 1927 (véase ese capítulo en mi libro).
Para­lelamente, Borges escribe a su amigo mallorquín Jacobo Su­reda, a quien dirá en carta de hacia junio de 1925 (Jorge Luis Bor­ges: Cartas del fervor, 1999, 236):
A ver si para Proa nos mandas algo. Algunos bue­nos españoles –Ra­món [Gó­mez de la Serna] y el granadino García Lorca y Benjamín Jar­nés, que no sé si es bueno– colaboran en ella. Tu firma y tus ideas nos ha­cen falta.[5]
Borges debe haber recibido ya, a estas alturas, los dos poemas de Lor­ca que pu­bli­caría poco después en su revista. Uno con el título “Ro­man­ce de la luna de los gitanos” fue publicado por primera vez en Proa 11, Buenos Aires, junio de 1925, 15-16; luego en El Norte de Cas­tilla (Valla­dolid) el 9 de abril de 1926. Existe una ver­sión de ene­ro de 1926, en car­ta de Lorca a Melchor Fernández Al­ma­gro, con algunas diferencias me­­­nores (EC 322-323). Bajo el títu­lo “Ro­man­ce de la luna, luna”, y de­di­ca­do a Con­chita García Lorca, her­mana del autor, el poema inau­gura el Pri­mer romancero gitano (1928).
Obviamente, Lorca ha remitido a Torre, en algún momento entre marzo y abril de 1925, los poemas solicitados, y éste, a su vez, los pasó a Bor­ges hacia fines de abril, quien a su vez los hizo imprimir en Proa. No será ésta la única vez que Torre sea el responsable de una publicación de Lorca en Buenos Aires: lo mismo ocurrirá en 1927.
A pesar de que Mora Guarnido alude más de una vez a esta versión (1958, 182 y 209-210) y de que se la menciona en los prólogos o en las notas a las ediciones modernas, ninguna parece haberla tenido hasta hoy en cuenta. Reproduzco por ello el texto aparecido en Proa, señalando los cam­bios operados en versiones posteriores:

                                            Romance de la luna de los gitanos[6]
                                                                                   A José Mora Guarnido[7]

                                        La luna vino a la fragua                    [viene]
                                        con su polisón de nardos.
                                        El niño la mira mira
                                        el niño la está mirando.
                                        En el aire conmovido
                                        mueve la luna sus brazos
                                        y enseña lúbrica y pura
                                        sus senos de duro estaño.
                                        “Huye luna, luna, luna
                                        si vinieran los gitanos
                                        harían con tu corazón
                                        collares y anillos blancos.”
                                        “Niño déjame que baile.
                                        cuando vengan los gitanos
                                        te encontrarán sobre el yunque
                                        con tus ojillos cerrados”.                  [los]
                                        “Huye luna, luna, luna,
                                        que ya siento mis caballos.    [sus]
                                        “Niño déjame, no pises
                                        mi blancor almidonado”.

                                         El jinete se acercaba
                                         tocando el tambor del llano.
                                         Dentro de la fragua el niño     [cueva]
                                         tiene los ojos cerrados.           /16/

                                         Por el olivar venían
                                         –bronce y sueño– los gitanos,
                                         las cabezas levantadas
                                         y los ojos entornados.

                                         ¡Cómo canta la zumaya!
                                         ¡Ay cómo canta en el árbol!

                                         Por el cielo va la luna              [arriba]
                                         con un niño de la mano.        

                                         Dentro de la fragua lloran
                                         dando gritos los gitanos.
                                         El aire la vela, vela.
                                         El aire la está velando

Granada 1925.[8]
...
El siguiente poema, “Soneto”, también aparecido en Proa 11, junio de 1925, pasaría a formar parte de Canciones, 1921-1924, aquí sin dedica­toria (es el último poema de la serie “Amor”; véase la edición Me­na­rini de Canciones, 209-210;OCG I, 405 y nota en 912).
Se conservan varios manuscritos de este poema; uno de ellos trae el sub­título “Narciso”, y está de­di­cado “A José María de Sagarra. Re­cuerdo de la primavera de 1925”. Lo reproduce Antonina Rodrigo (1975, 55 y 57) en facsímil y en una transcripción que contiene dos errores de lec­tura.
El manuscrito lleva al pie una fecha que todos los comentarios lle­gados a mi cono­ci­miento leen “1924 Julio”. De ser así, Lorca debe haberlo ob­sequiado a Sagarra poco antes de abandonar Bar­celona (hacia el 19 de abril de 1925), o po­co des­pués.
Se conserva en la Fundación FGL (Ma­drid) otro ma­­nus­crito del poema, de julio de 1925 (OCG I, 912).
La versión recogida en Proa es, si se descuentan el subtítulo y la pun­tuación (ignoro, por lo demás, si la mayúscula al comienzo de algunos ver­sos es responsabilidad de la revista o del autor), casi idéntica a la del ejem­plar ob­sequiado a Sagarra: en el manuscrito, antes del verso 11, hay una lí­nea tachada: “donde flota y delira tu belleza”, antes del tex­to “donde yace ignorada tu belleza”. En ediciones pos­teriores el verso sería cam­biado a “donde flota sin alma tu belleza”.
También el último verso fue objeto de cambios: en el manus­crito de julio de 1924, y en el de julio de 1925 rezaba “mojada y tem­blorosa”, lectura adoptada en la versión que publicó Proa.
En la edición de Litoral (apa­re­cida en ma­yo de 1927) pasará a ser “olo­ro­sa y mo­jada”, y por fin, en la ver­sión apa­recida en la Revista de Oc­­cidente (1929) “mo­jada y olo­rosa”, que es la lectura adop­tada por los editores modernos (Ma­rio Hernández en 1982, 154; Gar­cía-Posada en OCG I, 405).

                                                                              SONETO[9]
                          A José M. Sagarra[10]

                                   Largo espectro de plata conmovida,
                                   el viento de la noche suspirando,
                                   Abrió con mano gris mi vieja herida
                                   y se alejó. Yo estaba deseando.

                                   Llaga de amor que me dará la vida
                                   perpetua sangre y pura luz brotando.
                                   Grieta en que Filomela enmudecida
                                    tendrá bosque, dolor y nido blando.

                                    ¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!
                                    Me tenderé junto a la flor sencilla
                                    donde yace ignorada tu belleza,

                                    Y el agua errante se pondrá amarilla.
                                    Mientras corre mi sangre en la maleza
                                    Mojada y temblorosa de la orilla.

Granada 1925.
                                                                                                        Federico García Lorca
[A continuación un grabado sin firma, quizás obra de Norah Borges, represen­tan­do una paloma.]
...
Es extraño que Lorca remitiera a Torre precisamente estos dos poemas, aun­que terminarán perteneciendo a dos libros diferentes: de ambos existen ma­nuscritos de julio de 1924, y una versión de 1925, y am­bos fue­ron nue­va­mente corregidos en 1926.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que Lorca acostumbraba a remitir poe­mas en tandas a sus amigos. Así, por ejemplo, en carta a Jorge Gui­llén de me­diados de fe­brero de 1927 (EC 435 n. 86; también con poe­mas pertene­cientes a diversos li­bros).

(Hamburg, 2009 / 29-V-2012)



NOTAS:

[1] Para la redacción el presente trabajo me sirvo de laspáginas 116-123 de mi libro: Federico García Lorca / Guillermo de Torre. Correspondencia y amistad. Ma­drid / Frankfurt am Main: Ibe­roame­ricana / Vervuert, 2009, donde también pueden verse los datos bibliográficos de al­gu­nos libros mencionados en estas notas, a veces en forma abreviada. Sobre la revista, véase Proa 1924-1926. Edición facsimilar. Con estudio preliminar e índices de Rose Corral y An­tho­ny Stanton. Buenos Aires: Biblioteca Nacional / Fundación Internacional Jorge Luis Bor­ges, 2012.
[2] Sobre este autor preparamos Pilar García-Sedas (Barcelona) y yo una monografía. García-Sedas es, entre otras cosas, autora del libro Humberto Rivas Panedas. El gallo viene en aero­plano. Poemas y cartas mexicanas. Sevilla: Editorial Renacimiento, 2009, que se ocupa de vi­da y obra del hermano del poeta. En este breve párrafo aprovecho para corregir una ligereza co­metida en mi libro (página 117).
[3] Asunto también aludido en la segunda “Carta abierta a Evar Méndez”, de Torre, aparecida en Martín Fierro 19, 18-VII-25, 136, donde se menciona también a Gi­rondo y la carta de Ber­nár­dez. Esta carta de Torre debe ser de mayo, a más tardar.
[4] La antología aparecería con mucho retraso: “La nueva poesía española. Inéditos para Martín Fierro”: Martín Fierro 41, 28-V-27, 344-345 (nº de homenaje a Góngora), con textos de Mauricio Bacarisse, Cé­sar A. Comet, Rogelio Buen­día, Federico García Lorca, Antonio Es­pina, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Lu­ciano de San-Saor (seu­dónimo de Lucía Sánchez Saornil), J. Rivas Panedas. La intro­ducción de Borges, anunciada en Martín Fierro 26, 29-XII-25, 192, no apa­reció; en cam­bio, el número trajo “Para el centenario de Góngora”. Cf. tam­bién Martín Fierro 33,3-IX-26, 253, donde se da cuen­ta de los motivos del retraso y se anuncia la esporádica apari­ción de fir­mas españolas. Preparo un trabajo sobre esa antología, en el marco del estudio de las relaciones entre Evar Méndez y Guillermo de Torre.
[5] Gómez de la Serna colaboró en varios números de Proa, donde también se lo menciona con asiduidad. Jarnés lo hizo en Proa 4, noviembre de 1924; Proa 14, diciembre de 1925y en Proa 15, enero de 1926. Jarnés reseñaría poco después Inquisiciones, de Borges, para Revista de Occidente (julio-septiembre de 1925, 125-127). El texto de Sureda, una prosa titulada “El jardín en la urbe”, apareció también en el número 14 de Proa. Fue recogido en la reedición de su libro El prestidigitador de los cinco sentidos [1927], Palma de Mallorca: Edicions Arxipèlag, 1985, 89-94.
[6] En carta a Melchor Fernández Almagro de finales de enero de 1926 (EC 322; OCG III, 873-874), donde Lorca dice falazmente que se trata de un poema “nuevo”, el título es: “Romance gitano de la luna luna / de los gitanos”; pa­rece un error de Lorca, quien quizás olvidara tachar algo. El título definitivo será “Romance de la luna, luna” (OCG I, 415; en el volumen no se coteja la versión publicada en Proa).
[7] José Mora Guarnido (1896-1969): periodista, escritor y traductor granadino, ra­di­ca­do en Montevideo desde 1923. Promovió publicaciones de Ramón Gó­mez de la Serna en la revista uruguaya Actualidades (1924-1925). En 1927 se lo de­sig­nó cola­borador de La Gaceta Literaria (Madrid), donde publicó, por ejemplo, un “Panorama de la lite­ra­tura uruguaya” en dos entregas (números 105 y 106, 1 y 15-V-31). Por esas mis­mas fe­chas pu­bli­có un trabajo sobre política uru­guaya: Batlle y Ordóñez, figura y transfigura. Mon­te­video, 1931. Re­cibió en Mon­te­vi­deo también a Lorca, publicando al respecto en el periódico El Ideal (ya había escrito “Dos poetas an­daluces: F. García Lorca y Rafael Alberti”: La Pluma, Mon­te­vi­deo, enero de 1928, 51-57); su obra prin­cipal es Federico García Lorca y su mundo. Tes­ti­monio para una biografía. Buenos Aires: Losada, 1958. Cf. Catherine Bel­bachir y Françoise Peyrègne: “José Mora Guar­ni­do, un an­daluz uruguayo”: A.A.V.V.: 60 ans d’exil répu­bli­cain: des écrivains espagnols entre mémoire et oubli. Número mo­no­gráfico de la revista Exils et Migrations Ibé­ri­ques, coordinado por Manuel Aznar So­ler, Ni­gel Dennis y Ber­nard Sicot, París, Université de Paris 7-De­nis Diderot/CERMI, 1999. Mora Guarnido (1958, 209-210) afirma que Lorca es­cribió este poema antes de que él partiera rum­bo a Uruguay, en agosto de 1923, pero el aserto parece poco probable. Se conserva un ma­nuscrito fechado por Lorca el 29-VII-24 (fac­símil en Mar­tínez Nadal 1975, I, 138-141). Véase lo que Mora Guarnido relata (1958, 210) acerca de la dedicatoria, así como acerca de su decepción al ver que fue reem­plazada en el Ro­man­cero gitano por otra a la hermana de Lorca.
[8] Desconozco el paradero del manuscrito; es imposible comprobar, pues, si la fecha fue puesta por Lorca o por la revista. No encuentro, por lo demás, menciones de Proa por parte de Lorca, lo cual podría sugerir que quizás nunca se enteró de esta pu­bli­ca­ción.
[9]EC 238 n. 699: “Uno de los manuscritos del poe­ma (Rodrigo, GL en Ca­taluña, 55) se titula ‘Soneto’, con el subtítulo de ‘Nar­ciso’. Está dedicado a ‘José María de Sa­garra. Recuerdo de la primavera de 1925’, y debió de ser regalado al poeta catalán du­rante la estancia de FGL en Cataluña durante la Semana Santa de ese año. Lleva, al final, la fecha ‘1924 julio’: época, pues, de esta carta a Mel­chor Fer­nán­dez Almagro”.
[10] Josep Maria de Sagarra i de Castellarnau (1894-1961): escritor catalán, amigo de Salvador Dalí. Véase la carta de Lorca a Melchor Fernández Almagro de enero de 1926 (EC 318): “Sa­garra tuvo con­migo deferencias y camaradería que nunca se me olvidarán. Además, yo que soy ca­talanista furibundo, simpaticé mucho con aquella gente, tan cons­truida y tan harta de Cas­tilla”.