Carlos García (Hamburg) / carlos.garcia-hh@t-online.de
Los
estudiosos de la literatura de vanguardia de México e Hispanoamérica, al igual
que el lector culto en general, están de parabienes: la Universidad Autónoma
Metropolitana (Itzapalapa, México) inaugura una nueva colección, pertinentemente
titulada “Espejos de la memoria”, con la cuidada edición facsimilar de
Irradiador. Revista de vanguardia. Proyector internacional de nueva
estética publicado bajo la dirección de Manuel Maples Arce & Fermín
Revueltas, de la cual aparecieron, originalmente, tres números entre
septiembre y noviembre de 1923.
Vale
recordar que se dudaba hasta hace relativamente pocos años de la existencia de
la revista, puesto que sólo se la nombraba en testimonios personales de
algunos escritores estridentistas o en estudios dedicados al movimiento, pero
sin que los autores hubieran accedido a ella.
Luis
Mario Schneider, por ejemplo, el esforzado estudioso argentino radicado en
México que dedicara varios trabajos al movimiento estridentista, menciona
Irradiador ya en 1970, en su monografía El estridentismo. Una literatura de
la estrategia (México: Ediciones de Bellas Artes, 1979, 73), pero agrega en la
bibliografía final: “Al parecer salieron tres números de esta revista
estridentista que no he podido localizar”.
Schneider
estaba, como se puede apreciar, sobre una buena pista, pero habrían de pasar
algunos decenios antes de que los buscadores del tesoro arribaran a destino.
Los
ejemplares que sirven de base a la actual reedición proceden del archivo
familiar de Salvador Gallardo (1893-1981) y fueron puestos a disposición de
los editores por Salvador Gallardo Topete y Salvador Gallardo Cabrera (hijo y
nieto, en ese orden, del poeta estridentista).
Es
cierto que, a pesar de las inexactitudes surgidas y perpetradas en algunos
repertorios en torno a esta revista, también hubo en los últimos años grandes
aciertos, como el de Carla Zurián, quien en su libro dedicado al co-director
de Irradiador (Fermín Revueltas. Constructor de espacios. México: Instituto
Nacional de Bellas Artes / Editorial RM, 2002) alude a la publicación y
reproduce varias páginas de los primeros dos números de la revista
(procedentes del archivo del pintor Jean Charlot en la “Jean Charlot
Foundation” de Honolulu, Hawaii; Charlot publicó varias ilustraciones en
Irradiador).
Carla
Zurián es, por lo demás, autora de una tesis de maestría titulada
Estridentismo: gritería provinciana y murmullos urbanos. La revista
‘Irradiador’ (México: Universidad Nacional Autónoma, 2010), que redondea
avant la lettre la publicación que ahora nos ocupa y que sería muy oportuno
poner a disposición de los lectores. La importante cronología recogida en esa
tesis, fue publicada a su vez bajo el título “Las carcajadas del estridentismo”
en el libro-catálogo Vanguardia estridentista. Soporte de la estética
revolucionaria. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes /
Instituto Nacional de Bellas Artes / Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida
Kahlo, 2010, 248-260.
Rose
Corral, por su parte, analizó el poema “Ciudad”, de Jorge Luis Borges,
publicado en Irradiador 1 (septiembre de 1923) en versión diferente a la que
apareciera el mismo año en Fervor de Buenos Aires, en dos trabajos: “Un poema
de Borges en la revista estridentista Irradiador (1923)”: Hispamérica
XXXV.104, Gaithersburg, agosto de 2006, 63-68; “Jorge Luis Borges en la revista
estridentista Irradiador (1923)”: Boletín Editorial de El Colegio de México
123, México, septiembre-octubre de 2006, 3-5.
En
cuanto al autor del primer ensayo que complementa la edición facsimilar que
hoy nos ocupa (“El descubrimiento de Irradiador. Nueva luz sobre el
estridentismo”), cabe mencionar que Evodio Escalante es un aguerrido y
experimentado estudioso del movimiento, tal como muestra en especial su trabajo Elevación y caída del estridentismo
(México: Ediciones Sin Nombre / Conaculta, 2002).
Entre
otros trabajos de gran relevancia, Escalante ha publicado también La
vanguardia extraviada. El poeticismo en la obra de Enrique González Rojo,
Eduardo Lizalde y Marco Antonio Montes de Oca (México: Textos de difusión
cultural, Serie El Estudio, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de
Literatura, 2003).
Escalante
cumple aquí con su habitual solvencia al ubicar histórica y críticamente
Irradiador.
Serge
Fauchereau, el autor del segundo y último ensayo (“Irradiador en el espíritu de
la época”, que se ocupa de relacionar la revista con otros movimientos de la
vanguardia, en especial europea), dedicó al movimiento hace poco el texto
“Le stridentisme, premier mouvement en Amérique”, recogido en su libro
Avant-Gardes du XXe siècle. Arts & Littérature, 1905-1930 (París:
Flammarion, 2010). Con anterioridad se había ocupado de Les peintres
révolutionnaires mexicains (Poitiers: Messidor, 1985) y de la obra del
arquitecto mexicano Germán Cueto (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía / RM, 2004).
Todo
confluye pues, incluída la presentación gráfica y tipográfica, para hacer de
esta publicación una interesante y útil fuente de conocimientos, que
seguramente promoverá la investigación y la crítica.
Si
acaso alguno, sólo un pequeño reparo podría hacerse a este meritoria
reedición. Al final de su ensayo, Escalante menciona dos entregas publicadas
por Maples Arce a comienzos de 1924 en El Universal Ilustrado bajo el título
común “Diorama estridentista”. Hay buenas razones para suponer que esta
publicación de Maples es en cierto modo una continuación de Irradiador. Carla
Zurián (2010, 99) postula que el material allí aparecido en esas entregas del
“Diorama” hubiera formado parte del inédito N° 4 de la revista. El lector
interesado hubiese agradecido que se le presentaran esos materiales para
poder formar su propia opinión al respecto.
Una
última observación. Serge Fauchereau dice en pág. 52 de su ensayo: “Irradiador
logra publicar un tercer número, no en noviembre sino probablemente a
principios de 1924 (si no fuera así, ¿cómo podría reseñar un número de La Vie
des Lettres distribuido en enero de 1924?).”
A
mi entender, ese párrafo encierra una confusión, porque el número XIV de La Vie
des Lettres, sobre el cual se habla en Irradiador 3, apareció, si no estoy mal
informado, en abril o mayo de 1923, y no en enero de 1924. La cuestión no es
baladí, porque incide en la temática previa: ¿formaban los “Dioramas”
aparecidos en enero de 1924 parte del nonato cuarto número de Irradiador?
(Hamburg, 6-II-2013)