sábado, 9 de febrero de 2013

Reseña de: Irradiador. Revista de vanguardia (México, 1923). Edición facsimilar. Pre­sentación de Evodio Escalante y Serge Fauchereau. Itzapalapa (México): Uni­ver­sidad Autónoma Metropolitana, 2012.

Carlos García (Hamburg) / carlos.garcia-hh@t-online.de


Los estudiosos de la literatura de vanguardia de México e Hispanoamérica, al igual que el lector culto en general, están de parabienes: la Universidad Autónoma Metropolitana (Itzapalapa, México) inaugura una nueva colección, pertinentemente titulada “Espejos de la memoria”, con la cuidada edición facsimilar de Irradiador. Revista de vanguardia. Proyector internacional de nueva estética publicado bajo la dirección de Manuel Maples Arce & Fermín Revueltas, de la cual aparecieron, originalmente, tres números entre septiembre y noviembre de 1923.

Vale recordar que se dudaba hasta hace relativamente pocos años de la existencia de la revista, puesto que sólo se la nombraba en testimonios personales de algunos escritores estridentistas o en estudios dedicados al movimiento, pero sin que los autores hubieran accedido a ella.

Luis Mario Schneider, por ejemplo, el esforzado estudioso argentino radicado en México que dedicara varios trabajos al movimiento estridentista, menciona Irradiador ya en 1970, en su monografía El estridentismo. Una literatura de la estrategia (México: Ediciones de Bellas Artes, 1979, 73), pero agrega en la bibliografía final: “Al parecer salieron tres números de esta revista estridentista que no he podido localizar”.

Schneider estaba, como se puede apreciar, sobre una buena pista, pero habrían de pasar algunos decenios antes de que los buscadores del tesoro arribaran a destino.

Los ejemplares que sirven de base a la actual reedición proceden del archivo familiar de Salvador Gallardo (1893-1981) y fueron puestos a disposición de los editores por Salvador Gallardo Topete y Salvador Gallardo Cabrera (hijo y nieto, en ese orden, del poeta estridentista).

Es cierto que, a pesar de las inexactitudes surgidas y perpetradas en algunos repertorios en torno a esta revista, también hubo en los últimos años grandes aciertos, como el de Carla Zurián, quien en su libro dedicado al co-director de Irradiador (Fermín Revueltas. Constructor de espacios. México: Instituto Nacional de Bellas Artes / Editorial RM, 2002) alude a la publicación y reproduce varias páginas de los primeros dos números de la revista (procedentes del archivo del pintor Jean Charlot en la “Jean Charlot Foundation” de Honolulu, Hawaii; Charlot publicó varias ilustraciones en Irradiador).

Carla Zurián es, por lo demás, autora de una tesis de maestría titulada Estridentismo: gritería provinciana y murmullos urbanos. La revista ‘Irradiador’ (México: Universidad Nacional Autónoma, 2010), que redondea avant la lettre la publicación que ahora nos ocupa y que sería muy oportuno poner a disposición de los lectores. La importante cronología recogida en esa tesis, fue publicada a su vez bajo el título “Las carcajadas del estridentismo” en el libro-catálogo Vanguardia estridentista. Soporte de la estética revolucionaria. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Nacional de Bellas Artes / Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, 2010, 248-260.

Rose Corral, por su parte, analizó el poema “Ciudad”, de Jorge Luis Borges, publicado en Irradiador 1 (septiembre de 1923) en versión diferente a la que apareciera el mismo año en Fervor de Buenos Aires, en dos trabajos: “Un poema de Borges en la revista estridentista Irradiador (1923)”: Hispamérica XXXV.104, Gaithersburg, agosto de 2006, 63-68; “Jorge Luis Borges en la revista estridentista Irradiador (1923)”: Boletín Editorial de El Colegio de México 123, México, septiembre-octubre de 2006, 3-5.

En cuanto al autor del primer ensayo que complementa la edición facsimilar que hoy nos ocupa (“El descubrimiento de Irradiador. Nueva luz sobre el estridentismo”), cabe mencionar que Evodio Escalante es un aguerrido y experimentado estudioso del movimiento, tal como muestra en especial su  trabajo Elevación y caída del estridentismo (México: Ediciones Sin Nombre / Conaculta, 2002). 

Entre otros trabajos de gran relevancia, Escalante ha publicado también La vanguardia extraviada. El poeticismo en la obra de Enrique González Rojo, Eduardo Lizalde y Marco Antonio Montes de Oca (México: Textos de difusión cultural, Serie El Estudio, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura, 2003).

Escalante cumple aquí con su habitual solvencia al ubicar histórica y críticamente Irradiador.

Serge Fauchereau, el autor del segundo y último ensayo (“Irradiador en el espíritu de la época”, que se ocupa de relacionar la revista con otros movimientos de la vanguardia, en especial europea), dedicó al movimiento hace poco el texto “Le stridentisme, premier mouvement en Amérique”, recogido en su libro Avant-Gardes du XXe siècle. Arts & Littérature, 1905-1930 (París: Flammarion, 2010). Con anterioridad se había ocupado de Les peintres révolutionnaires mexicains (Poitiers: Messidor, 1985) y de la obra del arquitecto mexicano Germán Cueto (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía / RM, 2004).

Todo confluye pues, incluída la presentación gráfica y tipográfica, para hacer de esta publicación una interesante y útil fuente de conocimientos, que seguramente promoverá la investigación y la crítica.

Si acaso alguno, sólo un pequeño reparo podría hacerse a este meritoria reedición. Al final de su ensayo, Escalante menciona dos entregas publicadas por Maples Arce a comienzos de 1924 en El Universal Ilustrado bajo el título común “Diorama estridentista”. Hay buenas razones para suponer que esta publicación de Maples es en cierto modo una continuación de Irradiador. Carla Zurián (2010, 99) postula que el material allí aparecido en esas entregas del “Diorama” hubiera formado parte del inédito N° 4 de la revista. El lector interesado hubiese agradecido que se le presentaran esos materiales para poder formar su propia opinión al respecto.

Una última observación. Serge Fauchereau dice en pág. 52 de su ensayo: “Irradiador logra publicar un tercer número, no en noviembre sino probablemente a principios de 1924 (si no fuera así, ¿cómo podría reseñar un número de La Vie des Lettres distribuido en enero de 1924?).”

A mi entender, ese párrafo encierra una confusión, porque el número XIV de La Vie des Lettres, sobre el cual se habla en Irradiador 3, apareció, si no estoy mal informado, en abril o mayo de 1923, y no en enero de 1924. La cuestión no es baladí, porque incide en la temática previa: ¿formaban los “Dioramas” aparecidos en enero de 1924 parte del nonato cuarto número de Irradiador?

(Hamburg, 6-II-2013)