domingo, 21 de abril de 2013

La gracia del insulto

Por Renato Cisneros


Desde hace décadas la discusión política adolece de falta de actores con talento natural para la imprecación y la calumnia. Ya no tenemos insultadores de carácter, esgrimistas de la injuria. A cambio, somos resignados testigos de un debate que debe su diaria decadencia a sujetillos —entre congresistas, jueces, ministros, candidatos, y líderes de nada— que en su mañana más inspirada intercambian eructos y cacareos. Ninguno posee la maestría y maledicencia suficientes para incordiar al enemigo con estilo. De ahí que critiquen sin elegancia; lancen ataques chúcaros; y cedan a la agresión histérica con efímero éxito.

Después de González Prada, Valdelomar, Federico More y Alberto Hidalgo, la escena política ha quedado despoblada de cultores del libelo: ese polémico arte que busca tanto el impacto de la denigración como el cuidado en las formas con que se denigra. De los mencionados, quizá sea Hidalgo  (1897-1967) el mayor exponente de nuestra tradición libelista, a decir del escritor Álvaro Sarco, quien editó De muertos, heridos y contusos. Libelos de Alberto Hidalgo (Lima, 2004); compiló los textos más provocadores del autor en El genio del desprecio (Lima, 2006); y se ha referido al tema repetidas veces en Internet. Al reseñar a Hidalgo, Sarco destaca: “Son antológicas sus páginas, dedicadas, con una gran dosis de malicia y humor negro, a desacreditar a personas muy respetadas del medio limeño y transnacional: José Pardo, Nicolás de Piérola, Ricardo Palma, José de la Riva Agüero, Leopoldo Lugones, etc.”.

Por estos días en que los roces entre nacionalistas, apristas, toledistas y fujimoristas vienen matizados por una desabrida virulencia, provoca revisar a Hidalgo. Una sugerencia: busquen su artículo “¿Por qué renuncié al Apra?”, donde se refiere a Haya de la Torre con peculiar desencanto. Eso sí, léanlo con detenimiento, como quien saborea una fruta exótica, sabiendo que después se intoxicarán escuchando a los Otárola, los Aguinaga, los Velásquez Quesquén.