sábado, 18 de mayo de 2013

Bastiat y la crisis del siglo XXI


Por Héctor Ñaupari


Los causantes de la crisis del siglo XXI nunca leyeron a Bastiat, aquél que dijo: "¿No es la simplicidad la piedra de toque de la verdad?". La ley no puede proteger la vida, la libertad y la propiedad si el Estado promueve políticas socialistas e intervencionistas, por definición opuestas a estas categorías. Cuando eso sucede, sostiene Bastiat, la ley se corrompe y se vuelve contra aquello que debía defender.

Al permitir el préstamo para todos, no se advirtió, como lo hizo Bastiat en su contexto, que las decisiones económicas no deben ser implementadas únicamente por sus consecuencias inmediatas, sino por su impacto en el largo plazo, del mismo modo que sólo se puede observar un lienzo de gran formato a determinada distancia.

Que la cura –mayor intervención– es peor que la enfermedad también fue demostrada por Bastiat. El control del Estado para enfrentar la crisis que él mismo creara ha resultado hasta el momento ineficiente, económicamente dañino y moralmente equivocado. Esa intervención, además, sólo ha beneficiado a los financistas y banqueros irresponsables, los fabricantes de velas de nuestro tiempo, que han rogado favores del Estado para beneficiarse ellos y perjudicar a todos los demás.

Bastiat

Es preciso entender que el mercado libre es una fuente de armonía económica entre los individuos, siempre que el Estado se limite a proteger las vidas, libertades y propiedades de los ciudadanos frente al crimen, el robo, el fraude y el incumplimiento de los contratos.

Si el Estado no tiene límites, pierde de vista su objetivo central: impartir justicia. Si interviene en todas las actividades humanas, olvida su propósito primordial: impedir a la injusticia prosperar. De esta manera, terminamos con el peor de los males: el reino de la injusticia y del Estado excesivo e inútil.

Por eso es tan importante limitar el Gobierno, reducir el tamaño del Estado y su influencia, que se concentre en la defensa de los derechos legítimos de los ciudadanos. Así se ha de enfrentar la crisis del siglo XXI: terminando con toda acción del Estado que no sea la de establecer la justicia y proteger la vida, la libertad y la propiedad. Sin proteccionismos, creados por el Estado para ocultar sus propios errores, se sientan las bases para concurrir a esa armonía universal tan querida por Bastiat.

En estos difíciles momentos, cuánta falta hace quien, como Bastiat, se dirija a todos los afectados por la crisis para señalarles que, desde la libertad, sus más altas aspiraciones no son opuestas sino armónicas; más aún, que sólo se pueden concretar por medio de la libertad.

En los tiempos que vivimos, en los que todos desconfiamos de todos, Bastiat nos muestra que en la libertad radica la armonía de los intereses, pues gracias a ella cada persona puede ver a su prójimo como un diligente compañero en el proceso en marcha del progreso humano, no como una víctima de la expoliación.

Cultivar esa armonía resultará en la recuperación de la confianza en el mercado libre, en la libertad como sustento de la hermandad entre los hombres, el sueño de un mundo unido y pacífico. Ése es el único mundo posible. Ése es el sueño de Bastiat. Por eso invocamos su espíritu. Que su visión y su mensaje nos ayuden a resolver la crisis del siglo XXI, y renueven la idea de la libertad, ahora y siempre.